jueves, 30 de abril de 2020

50m2 - Día 33

Jueves y con el día de hoy termina el mes de abril, o eso dice el calendario y el presentador de las noticias. Y, Sabina, no sigas preguntando, que a estas alturas ya ha quedado claro quién nos ha robado el mes de abril, el putobicho.

Pero parece que la noticia con la que empezaremos nuevo mes es la famosa desescalada. Que para los que vivimos en un cuarto piso (sin ascensor) es fácil, pero no sé qué van a hacer con la gente que viva en casas bajas, ¿desescalada al sótano?. Yo ya he lanzado la cuerda por el hueco de la escalera y estoy preparando el arnés para cuando digan que se puede empezar, que no me vaya a pillar desprevenida como el confitamiento.

Y a estas alturas estamos todos esperando que nos den las indicaciones precisas de cómo va a ser esa desescalada, o “rápel” en argot montañero. ¿Nos dirá el BOE cuándo nos podemos quitar el chándal? Porque desde que han dicho que el sábado se podrá salir a hacer deporte, estoy en una contradicción. Si el chándal es lo que vengo usando en casa desde hace mes y medio, ¿ahora con qué salgo a la calle a hacer deporte? ¿Me pongo los tacones? Esperaré indicaciones, que una es muy bien mandá y no quiere hacer las cosas al “tun tun”.

Y así estamos, con la cuerda preparada para el rápel por la escalera y la bici esperando que le quite las telarañas. Tengo que revisarla, que lleva todo este tiempo igual de confitada que yo y es posible que requiera algo de mantenimiento… Y me he dado cuenta de que no tengo ni aceite para la cadena, pero me ha dicho un profesional del ciclismo que con la piel de plátano se puede engrasar, así que me voy a merendar uno y me dejo la cáscara para poner a punto mi vehículo. Vamos a salir volando a base de potasio. Potasio y chocolate, que el plátano está  mejor con Nocilla.

Pero para Nocilla la que se han debido de comer Andy y Lucas, esos muchachos que cantaban. Ayer vi un cartel suyo de su próxima gira y me sorprendió ver lo que habían crecido estos jovenzuelos, a lo ancho, eso sí, que la operación torrija la deben de estar llevando a rajatabla. ¡Qué grandes!

Y hablando de desescalada, tendré que pensar también como ir desescalando la crónica. Creo que iré escribiendo menos cada día, o por fases… No lo tengo claro. Y parece que no soy la única.

Y pensando y dando vueltas a todo esto y más, por hoy me despido, con la neurona aún un poco tocada del golpe de ayer y con el día un poco mohíno.

Mañana más.



miércoles, 29 de abril de 2020

50m2 - Día 32

Miércoles, qué día ¿eh? Solecito, un día menos para salir de la confitura… Así, sí. No como los martes…
¡Qué bien se estaba hoy al sol! Claro que con esto de los movimientos de la Tierra, el sol ya no entra de la misma manera en mi ventana y cada vez es más penosa mi situación para aprovechar los rayos que llegan a mis 50m2 , pero da igual, hay que aprovecharlos. Y si para eso hay que sentarse en el suelo, con las piernas encogidas como en los asientos de los vuelos baratos, las rodillas a nivel de barbilla, cuello estirado para recibir el sol en la cara que tienes casi pegada a la pared y además de todo eso quieres leer por aprovechar el rato y tienes que levantar el libro/tablet a la altura de tus ojos que están mirando al cielo, pues oye, qué supone un pequeño esfuerzo a cambio de un poco de vitamina D. Eso sí, un cuadro, y me quejaba de las clases de pilates… pero ¡qué bien se estaba hoy al sol! Y si no, que se lo digan a la chica que estaba tomando al sol en el balcón sin pantalones. Claro que sí, cada una toma el sol donde puede y como quiere.

Y si he visto a la buena muchacha asoleándose en el balcón es porque hoy me ha tocado salir a comprar. ¡Qué emoción cada vez que toca salir a la calle! Toca enfundarse los vaqueros, las zapatillas, la mascarilla, coger el carro de la compra y … a la aventura. Hoy parecía que todo iba bien, sorteando a la gente por los pasillos con calma, “vamos, decídete ya y sal de ahí que necesito esas aceitunas”, hasta que una de las gomas de mi mascarilla ha decidido poner fin a su vida útil y ¡zas! En todo el ojo. Está bien, no pasa nada, aún aguanta, y el ojo parece que también. Además, como todos sabemos que no nos podemos tocar la mascarilla, pues ahí se queda, a media cara; creo que si no hago movimientos bruscos, aguanta. ¿Será que me ha crecido la cabeza y he reventado la goma? Tanto hacer pesas con diccionarios es lo que tiene, que sale el músculo por cualquier sitio.
Y así con la mascarilla torcida como una mueca he terminado mi compra, pasando más o menos desapercibida hasta que ha llegado el momento de pagar. Un click de Playmobil no lo habría hecho tan difícil. Saca toda la compra de la cesta con el cuello erguido, sin bajar la cabeza para que no se termine de caer la máscara, con las manos enfundadas en las bolsas que te han dado en lugar de guantes, saca la tarjeta, intenta pasarla por la ranura, paga, recoge y vete y todo con una sonrisa para disimular el gesto torcido que te hace la mascarilla. Un estrés esto de hacer la compra. Y ahora queda llegar a casa y desinfectar todo (menos el pan). Hoy no me rinde el día.

Pero sí, al final da tiempo a todo y hoy, para no perder la costumbre, también he tenido mi sesión de entrenamiento. Y deciros que hoy ha sido buena, la sesión también, pero la que ha sido buena es la castaña que me he metido con la lámpara. Muchos días llevaba ya solo con algún golpecito, o alguna patada suave al mueble….Pero hoy me he venido arriba y ¡menudo golpe! Se ha quedado la neurona para lo justo; en servicios mínimos está. Y es que hoy el entrenamiento incluía saltos de comba. Aclaro que no tengo comba y, después de jactarme unas crónicas atrás del “salto de comba sin comba” del entrenamiento serrano, hoy me ha tocado agachar las orejitas y entrenar de la misma manera. Y claro, viendo que sin cuerda, la dificultad del ejercicio era más que asumible, me he venido arriba, me he puesto a hacer cabriolas y … Ya sabéis el resultado. K.O. técnico. Pero estoy bien, a cabeza dura no me gana nadie.  

Y como os digo, hay tiempo para todo porque seguro que os habéis dado cuenta, pero ¿qué ha pasado con los memes? Que al principio de la cuarentena era un no parar y echabas horas y horas delante del móvil viendo tonterías, pero ¿ahora dónde están? Que me sobran horas al día. ¿Qué ha pasado con los señores negros que bailan? Con esas conjeturas os dejo hasta mañana, a ver si mientras tanto se va recuperando la neurona.


El barrio sigue igual.

martes, 28 de abril de 2020

50m2 - Día 31

Otra vez martes. Ya dije que no me gustan los martes, no sé por qué, pero no son mi día. Y a las pruebas me remito, que ni el sol se decide a salir del todo. Y una ve un rayo de sol por la ventana, se motiva, se calza su camiseta de tirantes para ligar bronce y a los dos minutos, nublado. Y así no se puede. Lo bueno de los martes es que solo duran 24 horas, como los demás, y si de esas 24 descontamos la mitad que pasamos durmiendo, bueno, que yo me paso durmiendo, pues solo quedan 12 y en esas 12 tenemos que hacer 5 comidas, entrenar, leer, aplaudir, y algunos hasta trabajar… Vamos, que ya casi es miércoles.

Y otra cosa que es bueno hacer todos los días es ver las noticias, y no solo para estar informado de cuándo vamos a poder salir; que sé de alguna que a la que estén diciendo “Ya se puede sa...” va a estar ya en la parada del autobús. Pero no solo eso, las noticias nos dan otras informaciones muy valiosas cada día. Hoy he aprendido que no hay que desinfectar el pan. Menos mal, que ya me veía haciendo sopas en agua con jabón, y ya os dije que el Lagarto no tenía buen sabor. Aunque por otro lado, si se puede desinfectar también con alcohol… Creo que nunca he probado el pan mojado en mojito. Todo sea por salud. Pero no me hagáis caso, que han dicho que no hace falta. Yo voy a probar por si acaso.

Y ya que los martes saco mi lado indignado, tengo que confesar que estoy un poco enfadada ya con la pandemia esta. ¡Ya está bien! Además, se presentó así sin avisar y no dio tiempo a planificarse. Y, ¿qué pasa? Pues que aquí a la que suscribe, antes de que empezara todo esto, se le ocurrió la brillante idea de renovar el cajón de los sujetadores y, ahí están, con la etiqueta puesta aún, esperando ver la luz en algún momento. Claro que lo que no sé es si cuando llegue el momento, mi cuerpo acostumbrado a esta libertad de los últimos tiempos, va a rechazar tan opresora prenda. Veremos.

Y es que comentando con otra mente pensante, como la mía, todo este tema de la pandemia, hemos llegado a la conclusión de que preferimos un apocalipsis zombie, que al menos, a base de años de videojuegos, estamos más acostumbrados a enfrentarnos a ello. Además, a los zombies se les ve venir, no como al bicho este que no sabes dónde está, y sales a la calle y sales con miedo pensando que va a estar ahí en cualquier superficie para que sin darte cuenta pases la mano por ella y ¡zas, infección! Eso es jugar sucio, putobicho. Y lo sabes.
Eso sí, hemos acordado también que los zombies deberían ser como los que vemos en las películas, esos que van deambulando lentos, dando tumbos, como pollo sin cabeza. A ver si nos van a soltar una panda de zombies runners y estamos jodidos. Y hay que andarse con ojo también con los asintomáticos, que seguro que más de uno después de una noche de fiesta tiene peor cara y se les puede confundir.
Dicho lo cual, creo que voy a empezar una recogida de firmas en change.org, para votar en pro de un apocalipsis zombie en lugar de otras pandemias como esta. Cuando tenga el plan detallado os pasaré el enlace.

Y hablando de runners, ojo que, si no hay cambios, el sábado se van a llenar las calles de gente en chándal. Ya veo el catálogo del Lidl con una promoción especial de zapatillas y chándal de táctel a juego, y si no, al tiempo. Qué grandes esos chándals de táctel, ¿eh?  El chándal “yonki” sí, pero ¿quién no ha tenido uno? Tan cómodos, con con esos colores tan discretos y tan baratos que debían de ser, que todos teníamos uno, o varios… Yo creo que aún debo de tener alguno por ahí y como ahora está de moda todo lo vintage, seguro que si salgo el sábado a correr con uno, paso desapercibida.

Y con estas reflexiones de martes, me despido con una foto del mundo que nos espera ahí fuera, cortesía del señorito Rikar.


lunes, 27 de abril de 2020

50m2 - Día 30

Ya estamos de vuelta por aquí, lo cual significa que debe de ser lunes. ¿Qué tal el fin de semana? El mío con novedades, para variar.

Pero antes de contaros mis tontunas del fin de semana, no puedo pasar por alto el consejo de cierto presidente, de inyectarnos alcohol. ¡Claro que sí, Donald! Si dicen que el alcohol es bueno ¿cómo no se nos habría ocurrido antes? Ya lo dije yo con el Listerine y nadie me hizo caso, pero aún no se me había pasado por la cabeza meterme un chute. Pues ea, ya tenemos la solución. Y como dicen que el jabón también protege del contagio, he probado a chupar una pastilla de Lagarto, no sabe bueno, pero dicen que es el mejor para todo. Ya os contaré.
Claro que, al día siguiente de tan acertadas declaraciones, parece que alguien le dijo al señor Donald que eso no estaba bien y rectificó diciendo que “era broma”. Vaya… si es que hay quien no pierde el humor… Menudas risas los que ya estaban bebiendo lejía. Pillaron el chiste tarde.

En fin… Paso a resumiros mi fin de semana. Pilates, estudio de la fauna serrana y operación pelusa. Vamos por partes.

El pilates es algo que nunca me había llamado la atención, pero era la propuesta de entrenamiento de mi profesora para el sábado y había que probar. Diez minutos creo que duré antes de pasarme al aeróbic. Requiere menos esfuerzo, mental sobre todo, que una en fin de semana está con la neurona de guardia y no da para tanto. “Piernas separadas, dedos alargados, rodillas estiradas pero no bloqueadas, pelvis neutra, hombros bien posicionados conectando las escápulas, cuello alargado y coronilla proyectada”. Y de esa guisa intenta moverte sin perder la alineación del cuerpo y manteniendo la respiración. Casi me da una parálisis. No está una hecha para eso. Me paso a las sentadillas con remate de cabeza.

Eso en cuanto al cultivo del cuerpo, para la mente y viendo el panorama viajero que nos espera, el fin de semana he aprovechado para estudiar la fauna serrana para mis safaris. Y como el capítulo de vacas, ovejas y gallinas ya me lo sabía, pasé a estudiar los “bichos” pequeños. ¿Sabéis la cantidad de especies de arañas que puede llegar a haber? Una “jartá”. Y reconozco que no soy yo mucho de arañas, pero me gustó una que tiene una técnica curiosa para atrapar a sus presas: realiza una especie de tubo en el suelo, lo camufla y espera a que su presa se acerque para atacar en un solo movimiento y arrastrarlo a la madriguera. “Pa´dentro”. Curiosa, la araña, me gusta. Mañana paso al capítulo de las aves, que seguro que también hay mucho pájaro por ahí.

Y para rematar el fin de semana: “operación pelusa”. Y me consta que no soy la única que se ha dado a la limpieza este fin de semana, a alguno incluso se le ha ido la mano con la lejía, pero es que ya tocaba. Yo estaba dejando crecer las pelusas a ver si se hacían mayores, se independizaban y se iban solas de casa, pero no hay manera. Y así pasa, que ha salido alguna que creo que si le pongo un collar y la saco a la calle, da el pego como mascota. Probaré.

Y eso es todo lo que ha dado de sí el fin de semana. Eso y… ¡notición! Avances en mi plan de escape (o eso pensaba). Me escribe una amiga y me dice que tiene una caja con un tamaño adecuado para enviarme. Perfecto, ya solo tenía que ir a por la caja, empaquetarme y lista para escapar. Y ¿dónde está la caja? En los contenedores de reciclaje, en Villalba, a 40 kms… Se me está complicando el plan. Si lo que quiero es enviarme a la sierra y tengo que ir a por la caja a Villalba, creo que a poco más ya llego a destino, aunque casi que ya me espero y voy engrasando la bici para el sábado.
Mañana más. Martes, no digo nada.

 

viernes, 24 de abril de 2020

50m2 - Día 29

Viernes, y otra semana más que ya casi nos hemos ventilado. ¡Esto está hecho! O eso espero, no solo por recuperar la vida más allá de estos 50 m² (aproximados), sino sobre todo porque como sigamos mucho tiempo confitados se me van a acabar las cosas que contaros, y por ahora parece que no se estropean más calderas.  

Y es que ya conocéis mis rutinas: entrenamiento, charlas, ukelele (ejemmm), lectura, escritura y aventuras en el supermercado cuando toca hacer la compra. Pocas novedades más, salvo informaros de que tanto la lámpara como mi cabeza seguimos aguantando, para los que estáis haciendo apuestas de qué va a durar más. Y mi plan de fuga sigue paralizado. No consigo cajas grandes, ni que mi flexibilidad mejore tanto como para enviarme en la pequeña, y con el túnel he tenido que parar al llegar al cuarto de baño del vecino del tercero, que me ha mirado raro (creo que ya me puedo olvidar de pedirle un perro). Os informaré si hay avances, pero a este ritmo me va a salir mejor pagar la multa y dejarme de inventos. ¿Alguien sabe si hay descuento por pronto pago? Voy a investigar.

Lo que sí os puedo seguir contando son mis sueños de confinamiento. Puede parecer que tengo una afrenta personal con el gremio de la hostelería, y nada más lejos, pero en sueños no termino de congeniar con los camareros. Esta noche he soñado que las terrazas de los bares de la Plaza Mayor ya estaban abiertas y, por supuesto, llenas de gente, ante lo cual, mi incredulidad y yo decidimos preguntar a uno de los camareros si eso era real o un sueño. El camarero, muy seguro de sí mismo, me respondió que era real, pero yo que soy de naturaleza desconfiada le insistí e incluso le pedí que me diera una palmadita en la cara para asegurarme que no estaba soñando. Me engañó. No se puede fiar una de nadie.

Pero ya va quedando menos para poder salir y ahora de lo que se habla es de la desescalada. Y a todos nos surgen dudas de cómo será, quiénes podrán salir primero, si la edad para salir el domingo es mental o por fecha de nacimiento… No hay nada claro por ahora, pero yo, además de todas estas, tengo una duda que me reconcome especialmente y es que antes de todo esto me compré unos pantalones de escalada, pero en la etiqueta no dice nada de desescalar, ¿me los pongo del revés?

Y lo que tampoco está nada claro es cómo va a ser la situación este verano. Se habla de seguir manteniendo la distancia de seguridad, de mamparas en chiringuitos y playas… Que ya me imagino yo a la gente en Benidorm a las 5 de la mañana haciendo cola para entrar en la playa con la sombrilla, la nevera y la mampara al hombro. Digno de ver, sin duda.
Yo sigo sin saber si este verano tendré viajes o se cancelará la temporada, pero por ahora lo que me inquieta es haber recibido un correo de “Turismo de la Comunidad de Madrid”. ¿Será una indirecta? Si es así, parece que no vamos a ir muy lejos este año.
Parla, Móstoles… son destinos que hasta ahora no me había planteado, aunque seguro que tienen mucho que ofrecer. Pero bueno, ni tan mal; no hay problemas con el idioma o la comida, no hay que preocuparse por visados ni por perder maletas en los aeropuertos… Todo son ventajas. Además, si nos vamos más al norte, en la sierra en verano se está muy a gusto y hay un montón de pueblos que no conozco y con gente encantadora, así que lo primero que haré en cuanto se pueda será hacer una incursión por la zona. Eso sí, a ver si consigo que me sellen el pasaporte, que a mí lo que me gusta es ir coleccionando estampitas en mi cuaderno de viaje.
Y tendré que hacerme a la fauna local; en lugar de elefantes y leones, este año los safaris serán entre ovejas, burros y sapos corredores, pero con lo urbanitas que somos, seguro que no deja de parecernos toda una aventura.

Y con estos planes a la vista, me despido hasta el lunes; a ver si el fin de semana, que tengo más tiempo, le doy una alegría a mi vecino y me pongo a practicar con el ukelele, que tengo un reto pendiente.
¡Hasta el lunes!


jueves, 23 de abril de 2020

50m2 - Día 28

Hoy me he levantado a tope. ¡Ya es jueves!
Y es que hay días y días. Unos días nos levantamos con más energía, otros con menos… Pero bueno, no vamos a empezar hoy también hablando de energía ni de termodinámica, ya se me pasó mi rato intelectual; es solo que hoy he amanecido con ganas. Con ganas de quedarme un rato más en la cama, porque hasta las 11 no he conseguido ponerme en vertical. ¡Vamos! que luego se te junta el café con el reto de las abdominales y Fausto no perdona una.

Y así he arrancado el día, a las 11 de la mañana con un buen café y mis tostadas con aguacate.  ¡A por el jueves!

23 de abril, día del libro, San Jorge (por si tenéis que felicitar a alguno) y cumpleaños de Ana y Miguel. ¡Felicidades confitadas! Ya sé que con que os dijera que es jueves os valía, pero como soy yo la que escribo, ya veis que os cuento lo que me da la gana.  

Y, hablando de libros, ya os conté que acababa de descubrir el servicio de préstamo de libros digitales de las bibliotecas y estoy encantada. Ya voy por el segundo y tengo otros tres en espera. Y es que después del Libro Gordo de Petete, ya me había aprendido de memoria el catálogo del Lidl, que si al menos fuera el del Ikea que debe de tener como 300 páginas, da algo más de sí, pero el del supermercado no está hecho para pasar una cuarentena. Aunque no deja de sorprenderme el Lidl. Tan pronto tiene en oferta una taladradora, como una caña de pescar o un modelito completo para hacer ejercicio en casa, ahora que está tan de moda… Uhmmm, voy a echar un vistazo otra vez…
Estaba a punto ya de pasarme a buscar a Wally, que tengo la colección completa de libros. ¡Qué personaje! Siempre con su gorrito de lana, así estuviera en la playa o en el Polo Norte. Y el tiempo que nos hacía pasar ahí entretenidos buscándole; a él y a todos sus objetos perdidos entre esas páginas atiborradas con toda suerte de cosas y personajes. Era divertido. Pero lo que de verdad molaba era cuando jugabas con alguien a ver quién encontraba antes a Wally, pero como los libros eran tuyos y ya les habías dado unos cuantos repasos, siempre ganabas tú. Siempre me ha gustado ganar.  Y hablando de Wally, ¿alguien sabe qué fue de él? Igual se perdió tanto que nadie le volvió a encontrar y cayó en el olvido. Debe de estar mayor ya.

Y hoy, día completo. Entrenamiento por la mañana, charla por la tarde y luego “vídeo quedada” con unas amigas. Que, podría parecer que con esto de estar en casa, nos podemos llamar en cualquier momento y echar una charleta, uyyy, no, qué va. Si es más difícil quedar ahora que cuando teníamos vida fuera. Ahora para ponerse de acuerdo para una quedada virtual hay que pedir día y hora, como en el médico. Eso sí, no hace falta arreglarse mucho (al menos de cintura para abajo) y no hay excusa para llegar tarde. Aunque reconozco que ya me ha pasado lo de tener reuniones por internet y llegar tarde; y ahí ¿qué alegas? ¿Retenciones en la cocina, un accidente en el pasillo en la confluencia con el salón? Pues no, no hay mucha excusa; llegas tarde y la razón es la de siempre, que se te ha parado el reloj… ¡Ja!

Y por hoy me voy a ir despidiendo que me tengo que arreglar para la quedada, o peinarme al menos, que creo que no veo el peine desde hace unos días. Ventajas de tener el pelo corto. Inconvenientes, que después de unos meses, el pelo corto se convierte en casco y pareces la hormiga atómica. Que no va mal para amortiguar los castañazos con la lámpara, pero a nivel estético es raro y empieza a hacerse ingobernable. Vamos, que ya he tenido que hacer uso de horquillas y cinta para el pelo. Y parece que en las peluquerías hay lista de espera hasta el año que viene… Y nos echábamos las manos a la cabeza cuando proponían que las peluquerías podrían seguir abiertas. Y ¿ahora qué? Me va a pillar el desconfinamiento y yo con estos pelos. ¡Un drama!  
Mañana más.
¡Felicidades a los cumpleañeros!

miércoles, 22 de abril de 2020

50m2 - Día 27

Según la ley de la conservación de la energía, que constituye el primer principio de la termodinámica,  “La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”.
Pero, ¿y las pelusas? Porque las mías tampoco se destruyen, se transforman, sí, en otras más grandes... Pero si barrí ayer, ¿de dónde sale todo eso…? O igual no fue ayer cuándo barrí... Claro, como todos los días son iguales, menos los martes, que son mierda.
Bueno, igual no fue ayer cuando barrí, pero da igual, debo de tener un generador de pelusas debajo de mi cama y no hay manera de darle salida a tanta producción.

Y así empieza la crónica del miércoles, que con ese inicio lo mismo alguno se pensaba que había abierto la Wikipedia, pero no, ya veis que sigo con mis tonterías y hoy no iba a ser menos. Y sí, ya es miércoles, ¡qué día! Si hasta ha salido el sol, y falta hacía, a mí por lo menos, que si me quedo quieta pegada a la pared, parece que estoy camuflada con este blanco nuclear que me gasto. Para anunciar lejía estoy.

He empezado así de intensa hoy por hacerme un poco la intelectual, para que no penséis que me paso el día haciendo ejercicio y ya. No, no, ya os dije que hay que cultivar cuerpo y mente y por eso hoy me he puesto a hacer pesas con dos diccionarios. Vox, para ser más concreta. Los diccionarios, digo. Es lo que tenía más a mano, eso y un “tarugo” de legislación de medio ambiente. Con esto sí que me pongo fuerte.

Pues sí, también hago cosas de intelectuales. No solo hago uso de los diccionarios, sino que además estoy siguiendo unas charlas de naturaleza que hacen todas las tardes en directo, cada día sobre un tema y con un ponente diferente y, la verdad es que resultan muy interesantes. Las hacen por zoom, ya sabéis, esa aplicación que ahora nos está permitiendo tener clases virtuales, reuniones, actuaciones… y están teniendo mucho éxito las charlas, tanto que ayer ¡no cabía ni el ponente! Y es que al parecer (no tengo mucha idea), estas sesiones tienen una duración máxima y un aforo limitado, y ayer había tantos oyentes que el ponente ya no podía entrar en la charla. Cosas de la tecnología y el confitamiento.
Curioso esto del zoom, por cierto. Para los que no lo hayáis trabajado mucho, es una herramienta que permite ver y hablar con todas las personas que están conectadas; eso así por resumir. Pero cuando se utiliza para charlas, o clases, lo suyo es entrar sin vídeo y sin micrófono, de forma que solo se vea y se escuche a la persona que va a realizar la presentación. Eso sería lo suyo, pero sin duda es menos divertido; lo gracioso es ver a fulanito de tal, que está siguiendo la charla como tú, pero no ha apagado su vídeo y se le ve repantigado en el sofá, muy interesado por la charla por lo que parece. O la menganita que está atendiendo a la charla con el teléfono móvil y mientras tanto está mandando mensajes y solo se ven unos dedos enormes en primer plano en la pantalla. Eso la gente que entra con el vídeo y no se da cuenta de que les estamos viendo, pero también están los que dejan el micro puesto y se les oye gritar a los niños “¡no toquéis eso!”, o se escucha de fondo la lavadora… Vamos, una herramienta de lo más indiscreta si no se controla. Pero las charlas, muy interesantes.

Y para cultivar el cuerpo, hoy me he dejado embaucar por Fausto (el del torso encerado de YouTube) y me he apuntado a su “Reto abdominales 30 días” Ya os dije que me gustaban los retos… (¿que no hay huevos?). El reto consiste en ir aumentando el número de abdominales cada día hasta llegar a 1000. Pero, un momento ¿1000 en un día? Pues a lo mejor no hay huevos, no. Que además, sabiendo como lleva las cuentas este muchacho, que de cada diez le salen catorce, mil abdominales en un día puede ser tres horas removiendo las tripas, y no sé si está una para tanto. Ya os iré contando.  

Ahhh, y deciros que no he encontrado unicornios vivos en Amazon, así que le he puesto un cucurucho en la cabeza a Chispi y me he ido a pasear.


Así se ven “las torres de Mordor” desde la lejanía y sin contaminación. Muchas gracias a mis colaboradores por seguir mandando documentación gráfica del mundo exterior.

martes, 21 de abril de 2020

50m2 - Día 26

Ya es martes y en esta cuarentena me estoy dando cuenta de que los martes no me gustan. Porque ¿para qué sirve un martes? Vale que ahora nos parecen todos los días iguales, pero incluso en una situación “normal”, los martes no sirven para nada. Porque los lunes son los días de descanso en el trabajo después del fin de semana, los miércoles el ecuador de la semana laboral, de los juernes poco hay que añadir y ante los viernes siendo el preludio del fin de semana, no hay nada que objetar. Pero ¿¿¿¿un martes???? En fin, supongo que todo tiene su función, ¿no?

Y dicho esto, comentar también que el suavizante se mantiene bien fuera de la nevera, además ocupa mucho y hay que dejar sitio para las cervecitas, así que no vayáis a seguir mi despiste de ayer.

A continuación una breve reseña informativa, y es que acabo de escuchar en el telediario una noticia que todavía no sé si es buena o mala. Se suspenden los San Fermines este año. Estamos como para más encierros este año, no te jode. Vamos que ahora mismo a ver quién se atreve a hablar de encierro. Eso sí, ya os digo que como se aplacen todas las fiestas, vamos a tener un fin de año que eso va a ser un sindios. Porque San Isidro en Madrid también se ha cancelado, y ¿ahora qué? ¿Alguien sabe hacer rosquillas del santo? Porque una cosa es dejar de comer torrijas y otra es quedarnos sin fiestas gastronómicas hasta quién sabe cuándo. Acepto envíos a domicilio de rosquillas, yo pago los portes, me da igual que sean de las tontas o de las listas, no voy a entablar una conversación con ellas, son para comer. Ahí lo dejo.

Y ahora comentaros que estoy muy contenta porque, si el otro día os contaba que había tenido sueños de confinamiento, hoy mi cabeza parece que va viendo más cerca la salida y ya vuelvo a soñar con situaciones “normales”. Os cuento mi último sueño contable. En él, entraba en un restaurante lleno de gente y, transcribo palabras textuales de mi sueño, esta era la conversación breve, concisa y concreta que tenía con el camarero:
- Hola, ¿hay sitio?
- ¿Quieres que te lo diga?
- Sí, porque si te lo callas no me sirve de nada.
Vaya genio que nos gastamos ¿no? Casi prefiero seguir soñando con coches con piscinas en el maletero.

Y, atención, que hay que añadir una caldera más en el recuento de bajas durante el confitamiento. Y ya van cuatro. Hace tiempo que vengo advirtiendo de esto, pero poco caso se está haciendo y empieza a ser una situación, cuanto menos, preocupante. Y esta vez no ha sido de ningún amigo/a, que podéis pensar que me lo invento, ya os digo que no me invento nada, solo apayaso un poco las cosas, pero todas basadas en hechos reales. El caso es que el damnificado esta vez por la avería de la caldera ha sido el presentador y cómico Berto Romero, lo dijo el sábado en su programa de radio y no he podido dejar de hacerme eco de la situación. Berto, no estás solo, si necesitas apoyo o incluso un técnico que se encienda el cigarro con el soplete o un criador de pajaritos, no dudes en contactar; estamos contigo.

Y termino con algo que me ha desconcertado… Algo que ha dicho mi entrenadora al terminar la sesión; sí, hoy he entrenado con ella de nuevo, ya volveré con Fausto el nachas flojas o Gabriel el descaderado. El caso es que siempre que termina la rutina nos pide que le dejemos en los comentarios algún emoticono para saber que hemos completado la clase. Y hoy no iba a ser diferente: “muy bien, campeona, si has llegado hasta el final pon en los comentarios un unicornio, que están de moda los unicornios”. ¿Cómo? ¿Que están de moda los unicornios? Pero, ¿qué me he perdido en estos días de cuaresma? A la mierda el perro, voy a buscar uno en Amazon y a la calle a pasear a mi mascota de moda.

lunes, 20 de abril de 2020

50m2 - Día 25

Lunes, otro más. Y, antes de continuar, quiero aclarar que lo de que ponga día 25, no significa que llevemos 25 días de confitura, que de esos ya os dije que perdí la cuenta. Son los días que llevo escribiendo esta crónica, que entre los fines de semana que me tomo libres y la procrastinación de los primeros días, son algunos menos.

Y una vez aclarado esto, vamos a por una nueva semana. Y empezamos, como ya es habitual, con un resumen de lo acontecido estos dos días que pasan entre una crónica y la siguiente.

Y es que los fines de semana me ha dado por innovar en mis rutinas. Si ya os conté hace algún tiempo que había probado las “ciber cerves” y el yoga, este fin de semana he probado las clases de salsa y un nuevo entrenador “personal”. Os cuento.

Para empezar, el viernes me propusieron seguir una clase de salsa por Instagram en directo. Planazo de viernes tarde, que además con esto del encierro llevaba más de un mes sin ir a clase y ya lo echaba de menos. La clase empieza bien, con unos pasos básicos a modo de recordatorio y, lo más importante, pasos para bailar solos. Perfecto; algún cabezazo con la lámpara, las zapatillas de estar por casa que no son las más aptas para bailar y como es en directo no puedes parar el vídeo, pero ahí estamos dándolo todo hasta que… nooooooo, “ahora cogemos a la pareja y seguimos bailando”. Hasta aquí mi clase. Me aburrí de bailar con la escoba, es una estirada.

Y seguimos con las innovaciones del fin de semana, esta vez “forzosas”. Y es que a mi entrenadora, el sábado le dio por hacer la clase con fitball, ya sabéis, esas bolas enormes para sentarse y dar botes encima, y yo que lo más redondo que tenía era una bola antiestrés tamaño pelota de tenis, no lo veía nada claro, así que tuve que buscar alternativas.
La primera fue pasarme a las clases de zumba. Ya os hablé del mozo de la gorra, Gabriel. Qué ritmo, cómo se nota el carácter latino, qué movimiento de cadera… Que si con mi profesora habitual corro el riesgo de abrirme la cabeza con la lámpara, con este creo que en cualquier movimiento me disloco la cadera. Riesgos de la práctica deportiva. Y qué movimiento de pies, que a esa velocidad en los 15 minutos que duran sus clases me he tropezado yo sola unas cuantas veces. Que ya sé que, después de contaros mi pequeño derrame en la escalera, pensaréis que no ando muy bien de psicomotricidad y, razón no os falta, pero os digo que lo de este chico no es normal. Ya os iré contando más sobre sus clases… si es que aguanto.

Y todo eso el sábado, pero es que los domingos mi entrenadora descansa, así que si quería mover un poco el cuerpo más allá de transportarlo del sofá a la cama y viceversa, tenía que buscar otras opciones. El caso es que opté por seguir la recomendación del Rikar y me lancé a un entrenamiento con Fausto, que, por el nombre podéis pensar que el entrenamiento consistía en salto de valla del redil o pesas con botijo. Pero no, todo prejuicios. Resulta que Fausto es un tipo negro que lo de la tableta de chocolate, a él se le queda corto. Os podéis hacer una idea.  
Eso sí, muy cachas, pero un embaucador. “Diez más”, “Otras diez más”. Y así va alargando poco a poco… como la cuarentena... y a lo tonto a lo tonto ya llevamos 40 sentadillas.
Cuarenta si consigues llevar la cuenta, que si no, te la cuela y te pone unas cuantas de más. Pero es que no es tan fácil llevar la cuenta, una se distrae con su torso de ébano brillante y se despista; que, o suda mucho, o este hombre se encera para entrenar, qué manera de brillar...
Aunque me parece a mí, que mucho torso apolíneo pero de patitas anda flojo. Dice que tiene las “nachas delicadas”. Seguiré documentándome al respecto y os mantendré informados.

En cuanto al día de hoy puedo resumirlo en un hecho. Casi meto el suavizante de la ropa en la nevera. Así están las cabezas. ¡Feliz lunes!

Y al fin salió el sol y así se veía la sierra (el que pudiera verla)

sábado, 18 de abril de 2020

Preparación de ZOOM para el espectáculo

Si os conectáis con ordenador:
  • No es necesario que os descarguéis el programa. Cuando se os envíe el link, simplemente tendréis que pinchar en él, y entraréis directamente a la reunión. Si no habéis accedido nunca, puede que os pida la página que os descarguéis una librería que os falte, pero solo esto. No hay que descargarse el programa.
  • Una vez dentro de la aplicación, debéis ir la "Vista mosaico" (en esta vista, todas las personas conectadas aparecen en una ventana del mismo tamaño). En esta vista, dentro de la ventana del payaso, tenéis que clickar sobre los "..." que están en la esquina superior derecha, y en la lista que se despliega, seleccionar la opción "Fijar ventana". Aparecerá la ventana del payaso maximizada y todas las demás en pequeño.
  • Aseguraos que tenéis encendido el micro y la cámara en la esquina inferior izquierda, para que podáis interactuar con el payaso. Si no os funcionase el micro o el vídeo, no os preocupéis, podréis ver el espectáculo igualmente :-).

Si os conectáis con táblet o móvil:
  • Tenéis que descargaros en la PlayStore o en el iTunesStore de vuestro móvil o tablet, la App: ZOOM Cloud Meetings.
  • Una vez dentro de la aplicación, debéis ir la "vista mosaico" (en esta vista, todas las personas conectadas aparecen en una ventana del mismo tamaño). A esta vista se accede seleccionando el punto más a la derecha de los tres puntos que aparecen centrados en la parte inferior de la pantalla. En esta vista, dentro de la ventana de Nacho tenéis que dar dos toques rápidos con el dedo, de forma que aparecerá la ventana del payaso maximizada y todas las demás en pequeño.
  • Aseguraos que tenéis encendido el micro y la cámara, para que podáis interactuar con el payaso. Si no os funcionase el micro o el vídeo, no os preocupéis, podréis ver el espectáculo igual :-).

viernes, 17 de abril de 2020

50m2 - Día 24

Ya es viernes, que ayer no lo dije y tenía a algún lector/a despistada. A ver si los que estáis trabajando, con esto de no saber en qué día estamos, también os vais a poner a currar mañana. No hace falta. Para los demás, podéis seguir haciendo todo igual.
Pero, sí, ya es viernes y esta semana ya está casi hecha y... ¡queda una menos!

Hoy ha tocado hacer la compra, había que reponer lo indispensable para pasar el fin de semana: cervezas, patatas fritas y chocolate. Primera necesidad.
Nada reseñable hoy en la aventura de la compra. Ninguna señora a la que le roban su cesta, ningún fantasma de come cocos por los pasillos del supermercado… Eso sí, he vuelto con la moral por las nubes. Al ir a pagar ¡me han preguntado la edad para comprar alcohol! (ojo, cervezas con limón, alcohol del duro). Esto hacía años que no me pasaba, si es que cada día estoy más joven, los años no pasan por mí… Vale que ha sido una caja automática la que me ha preguntado, pero da igual, que te pregunten si eres mayor de edad a tus treinta y largos, aunque sea una máquina, hace ilusión.

Y por lo demás, el barrio sigue ahí, más o menos igual; que me daba miedo bajar un día y que se hubieran llevado las calles, pero no. Eso sí, la plaza estaba acordonada modo CSI, así que para cruzar al otro lado tocaba rodearla; un minuto más de paseo. Todo suma.
Lo que sí he visto por la calle ha sido gente muy egoísta ¡hasta con tres perros! que ya podían compartir; tú sacas uno, yo otro… (ya os dije que mi vecino tiene cuatro pero aún no he visto el momento de hacerme con alguno). Pero no, ahí con los tres a la vez, claro que así están las calles de “minas”, que parece que con tres perros no da tiempo a recoger la obra de uno cuando ya ha evacuado otro. Vamos, que hay cosas que no cambian y el incivismo parece que no entiende de epidemias.

Y después de esta reivindicación que no va a ninguna parte, os contaré el susto que me he llevado esta mañana al despertar y darme cuenta de que me faltaba algo... Mi forro polar, mi calentito y suave forro polar que me ha estado acompañando durante unos (cuantos) días, hoy no estaba ahí esperándome junto a la cama como cada mañana. Lo primero que he hecho al darme cuenta ha sido revisar que la ventana estuviera cerrada, por si le había dado por seguir los pasos de Superman, pero no, todo seguía cerrado. ¿Dónde habría podido ir? Por suerte la casa no es muy grande y no hay muchas opciones de jugar al escondite. Lo encontré. El pobre, parece que cansado de mis excusas de “hoy no, que llueve”, “hoy tampoco que parece que va a haber tormenta”, se había metido solo en la lavadora. Supongo que ya le tocaba. Ahora a ver si le toca a la lavadora darme una alegría y tengo que pedir una nueva con caja...  

Claro que para susto el que me di ayer cuando casi me vierto escalera abajo de mi habitación. Y es que, para los que no lo sepáis, mi habitación ocupa la buhardilla de la casa, muy bohemia y muy “cuqui”, pero no lo más cómodo para acceder a ella, ya que hay que hacerlo por una escalera poco apta para ser utilizada bajo cierto nivel etílico (ahí entenderéis el porqué de las cervezas con limón). Alguna vez he pensado cambiarla por una barra de esas de bomberos; ahora estaría practicando pole dance y no cabezazo olímpico, pero parecía menos práctica.
El caso es que bajaba con las manos ocupadas (nada que no haya hecho ya “cienes y cienes” de veces), pero parece que ayer alguien puso un peldaño de más donde yo pensaba que ya era suelo y … salto al vacío, y con el recogedor de barrer en la mano. Os hacéis una idea, ¿no? ¡Festival de la pelusa! Nada grave. Pelusas y yo, sanas y salvas.
Cosas del confitamiento.

Y con esto me despido hasta el lunes. Procuraré contar mejor los peldaños.


Fe de erratas: en la crónica de ayer, donde dice “señor osteópata”, léase “señorito osteópata".

jueves, 16 de abril de 2020

50m2 - Día 23

Qué semana más rara esta, ¿verdad? Ahora llueve, ahora sale el sol, truena, vuelve a salir el sol, graniza… Y, claro, con estos cambios de tiempo no hay manera de poner una lavadora, y si no se pone la lavadora, difícilmente se va a averiar, y si no se avería no puedo pedir una lavadora nueva, y si no pido una nueva no puedo tener una caja grande… Vamos, que creo que mi plan de huida por mensajería no termina de fraguar. Y encima me dicen que las lavadoras las entregan sin caja. ¿¡Será posible!? Tendré que volver a valorar la opción del túnel.

Y mientras busco un plan B, ayer comentaba con una lectora anónima (no digo nada, Tamara) los cortocircuitos tecnológicos que tenemos en esta era de la realidad virtual. Esto venía a colación de lo de intentar dar marcha atrás a una película en la tele. Y es que, ¿no os ha pasado estar trabajando con el ordenador de sobremesa e intentar agrandar la pantalla con los dedos? ¿O intentar ampliar también con los dedos la pantalla de tu cámara de fotos, que no es tan moderna? Pues sí, a mí me pasa, y me congratula no ser la única. Y es que esta era tecnológica nos va a volver (más) “taraos”, pero también es verdad que en estos momentos, la tecnología nos está “salvando”. Que si no hubiera tenido el ordenador en mi sueño del otro día, solo habría quedado “el hueco de su ausencia en mi colchón”, que diría Sabina. Otro visionario… “¿Quién me ha robado el es de abril?”  

Y deciros que ayer estuve practicando con Ronco, mi ukelele, hasta que me empezaron a doler los dedos, que no está una para sufrir. Y me preguntaba una amiga si ya estoy lista para dar conciertos, claro que sí, pero para sordos, que la puesta en escena la llevo muy bien, pero lo que es la melodía… Digamos que NM, “Necesito Mejorar”. ¿Os acordáis de esas calificaciones del colegio? Antes, no sé si ahora también, (algún docente, padre o madre que me ilustre) no se suspendía, antes “necesitabas mejorar” que era la forma sutil de comunicarte que ibas de culo. Pues así voy con el ukelele, pero no será por falta de empeño, que yo empeño le pongo, lo que no le pongo es constancia, pero con las ayudas recibidas me comprometo a llegar al menos a PA (“Progresa Adecuadamente”, muy sutil también). Ya lo sufriréis.  

Pero para concierto el que doy cada mañana cuando me pongo a entrenar. Y es que, entre las articulaciones que crujen con cada estiramiento (esto no es bueno, ¿verdad, señor osteópata?) y el sonido del café subiendo y bajando en mi tripa con cada abdominal, tengo serenata diaria asegurada.  Menos mal que los gritos de mi entrenadora y sus “¡vamos guapísima!” consiguen silenciar tan agradable melodía.
Porque creo que ya os he dicho que habla mucho, ¿no? Y claro, con tanta palabrería a una no le da tiempo a seguirla en todo, que si aprieta glúteo, cierra ombligo, encaja cadera, sonríe… ¡¡¡Ehhhh!!! Que bastante tengo con no haberme abierto aún la cabeza con la lámpara.
Además, todo eso intercalado con sus “vamos, campeona”, “sigue, guapísima”, “estoy contigo”… Vamos que ya os dije que a veces la silencio para que no me dé un ataque epiléptico en mitad de una clase de kick boxing con palo haciendo “sumo squat”. Eso sí, tengo que reconocer que, aunque filtro mucho de lo que dice, algunas de sus enseñanzas se quedan, bien sea porque pueden ser de utilidad en la vida cotidiana o por haberlas escuchado antes, como por ejemplo: “respira siempre” o “sigue, sigue, que yo te aviso”.  

Y  hoy hemos tenido otra vez entrenamiento con mancuernas. Pues ya no me vuelvo a dar una ducha con la botella de agua; y lo de añadir un chubasquero a mi, ya de por sí, “peculiar outfit”, se me antojaba excesivo, así que he probado a hacer la rutina de hoy con la cinta elástica. Advertencia: si lo hacéis, mucho cuidado de agarrar bien la cinta, se gasta muy mala leche si se te escapa.
Y termino con un secreto: hoy he visto flojear a mi profesora por primera vez, con unas flexiones de tríceps, eso sí, sigue sin sudar. ¡Vamos campeona!


He pillado a Superman intentando escapar por la ventana. Parece que a él no le hace falta caja.


miércoles, 15 de abril de 2020

50m2 - Día 22

¿Habéis empezado ya a contar los días pintando palitos en la pared? Yo estoy a punto porque creo que ya perdí la cuenta, aunque (por ahora) sigo siendo consciente del día en que vivo y... ¡ya es miércoles! Y hoy es otro día  gris de esos en los que no apetece salir de casa... ¿que no, qué?…
Bueno, que es un día de lluvia, desapacible, de esos en los se oye conspirar a las nubes antes de empezar la tormenta, y esta mañana, en el silencio de la ciudad confinada, se escuchaban.

¿Y qué hacía yo esta mañana despierta tan pronto? Pues no sé, que me ha dado por madrugar, y no por obligación ni por aprovechar el día, sino porque me ha entrado hambre. ¡Maldita sea!
Hambre y sueño a la vez. Eso es lo peor, toca elegir entre seguir al calorcito de la cama con las tripas rugiendo o salir y saciar a la bestia. Normalmente elijo vuelta y vuelta en la cama y a mitad de la segunda vuelta ya estoy de nuevo en fase REM, pero hoy no.
Hoy la cabeza no me ha dado sueños extraños (que recuerde) pero se ha despertado a mil.
Me dicen que la cabeza consume mucha glucosa, y puede ser. Me imagino a mi neurona poniéndose las botas ahí arriba, o a lo mejor también le ha dado por hacer zumba, qué sé yo. Algún día le preguntaré.

El caso es que son las 8 de la mañana y con la cabeza a tope de revoluciones, ya tengo media crónica escrita, y ahora ¿qué hago el resto del día? Y sobre todo, ¿qué puedo hacer sin salir de la cama? Estando el móvil a mano y viendo que para el ukelele es temprano y a mi vecino no le iba a hacer ni p… gracia, no hay duda. Así que me pongo a trastear en el ciberespacio y entro a facebook y lo actualizo cada 30 segundos, no vaya a ser que haya alguna publicación nueva y me la esté perdiendo por ver este vídeo de gatitos saltando, pero no, nada interesante, o lo de siempre, y eso me ayuda a volver a dormir. Un ratito más de sueño… Las 11. Creo que ya es buena hora para levantarse.  

Aunque ahora tengo mis dudas de que sea tan buena hora para levantarse. Creo que no está mal madrugar un poco más; y no es que haya prisa por empezar el día, o que mi entrenadora vaya a empezar sin mí (qué va, ella siempre me espera), pero es que soy de entrenamiento matutino y con estas horas de amanecer se me junta el desayuno con las abdominales y me da miedo que algún día se me vayan a salir las tostadas por donde han entrado.
Creo que es mejor técnica la de levantarse pronto, desayunar y volver a la cama a reposar. Volveré a valorar esta opción.

Y hablando del entrenamiento, hoy hemos tenido sesión de “cardio box” con pesas. Y mira que estoy harta de decirle a la profa que no tengo pesas, y ella erre que erre con sus mancuernas de medio kilo, y yo erre que erre también, pegando golpes al aire a pelo; hasta hoy. Hoy me ha dado por hacerle caso utilizando dos botellas de agua a modo de pesas y, he de decir que se nota el esfuerzo extra de medio kilo en cada mano y que, además, he aprendido dos cosas.
La primera. Si tienes las botellas de aguan en la nevera, sácalas un rato antes si no quieres que se te queden las manos congeladas, que he tenido que hacer el entrenamiento con guantes.
Y la segunda, si quieres evitar una ducha sorpresa, no uses botellas de esas de ciclista con “pitorro”. Son traicioneras. No digo más.
Esto cada vez se me va complicando un poco más. Entre el casco de la bici para los castañazos con la lámpara, los guantes, las botellas, y las pantuflas… estoy hecha un cuadro. No sé qué va a ser lo próximo, aunque he visto que tiene algunas sesiones con fitball, a ver con qué me dice que lo puedo reemplazar…

Seguiremos informando.
Vuelven a rugir las nubes.




martes, 14 de abril de 2020

50m2 - Día 21

Estamos a martes y tengo que admitir que ya me he cansado de esta semana; será por no ver el sol o porque echo de menos mis torrijas, pero ya me tiene harta. He intentado pulsar el botón de “fast forward” a ver si llego rápido al domingo; total, creo que no voy a perder el hilo  del argumento, pero parece que el mando a distancia se ha quedado sin pilas, ¿no tienes otro momento para dejar de funcionar?

En fin, visto lo visto, parece que tendremos que ir paso a paso, día a día (esto era de Rambo, ¿no?, todo un visionario). Es como cuando vemos una película en la tele o en el cine, que acostumbrados ahora a ver todo en internet, intentas avanzar o retroceder porque te has perdido el beso de los protagonistas justo cuando te entra el apretón para ir al baño, pero no se puede, y te quedas sin saber como fue, pero aliviado, eso sí.

Y hablando de besos, que sepáis -dato de especial irrelevancia- que ayer fue el día del beso.
Pues habrá que celebrarlo como se merece cuando podamos salir. Claro que a este ritmo se nos van acumulando celebraciones y en cuanto salgamos, esto va a ser un despiche absoluto (me gusta esa palabra “tica”). Que si cumpleaños, para los que nos hemos hecho un año más viejos confitados, que si las procesiones de semana santa, las fallas, la feria de abril, el día del beso, el día de la marmota… Ahh, no, ese no. Vamos que nos va a durar la fiesta hasta que nos tengan que volver a encerrar, pero, como dice la canción, “que nos quiten lo bailao”.
Mientras tanto, “a brindar por el aguante” (parece que hoy estoy musical).

Y a estas alturas de la película, la cabeza ya empieza a funcionar a su manera. Os cuento esto porque estamos en confianza y en petit comité, pero confieso que ya hasta tengo sueños de confinamiento. A ver, mentes turbias, no vayáis por ahí, que por mucha confianza que haya, tampoco os voy a contar todo. Pero sí, esta noche mis sueños han sido… peculiares.
¿Pues no me pongo a soñar que iba a dormir con alguien y en lugar de ese alguien, con quien estaba compartiendo cama era con el ordenador? Claro, con esto de las videollamadas, pues ya ni nos permitimos soñar en condiciones con personas de carne y hueso, hay que mantener las distancias...
Y otro de los sueños perturbadores que he tenido esta noche ha sido soñar que iba al pueblo, en un coche que, por alguna extraña razón, u obra de ingeniería, tenía una piscina incorporada en el maletero. Lo curioso es que en el coche iba pensando qué excusa me podría inventar para ir al pueblo en caso de que nos parase la guardia civil, porque claro, lo de llevar a alguien chapoteando en una piscina el maletero no necesita justificación…
¡Cómo están las cabezas!

Y sí, esto cierto. Porque algunos ya me habéis preguntado si lo que cuento es verdad y, si bien es cierto que “apayaso” todo un poco, la mayoría de las cosas que aquí os suelto están basadas en hechos reales. Que la neurona en confitura no da para tanto.

Y por ahora esto es lo que ha dado de sí este día gris, de lluvia, granizo, rayos y retruécanos.

Ahora voy a dedicarme un rato a la lectura, a ver si mi cabeza se entretiene un poco y hoy no me da la noche. Porque, por si no lo sabíais (seguro que sí, pero yo lo descubrí ayer y estoy tan contenta) se pueden pedir libros electrónicos en las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid. Que no es que sea yo muy fan de libros digitales, donde esté el papel que se quite una pantalla, pero era eso o empezar a re-leer el Libro Gordo de Petete, así que estoy encantada.

“El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contenta, hasta la crónica que viene”


lunes, 13 de abril de 2020

50m2 - Día 20

Empezamos semana nueva, y ya van… varias, dejémoslo ahí.

El caso es que estoy orgullosa de mí misma (aquí el que no se consuela es porque no quiere) porque este año estoy cumpliendo mi propósito de viajar menos. Que estamos ya a mediados de abril y, os lo creáis o no, sigo sin salir de tierra patria. Y no lo estoy llevando tan mal, no. Lo de tener la maleta preparada detrás de la puerta no es por nada...
Pero bueno, ahora con poder viajar a 60 kms de distancia ya me daría con un canto en los dientes (flojito, que duele)

Hoy tengo que contaros que no sé qué les ha dado a mis vecinos que se han puesto de acuerdo para pasar el aspirador todos a la vez. Claro que, pensándolo bien, prefiero eso a que lo hagan de forma escalonada y me pase todo el día escuchando el bufido de todas las Rowenta - Roomba del edificio. Eso sí, no me he atrevido a salir a la escalera porque han debido de crear tal corriente que creo que si salgo me abduce. Y no estamos para polvos...¿no?…

Retomo hoy la sección “Cosas que le pasan a otros” pero me estoy planteando cambiarle el nombre por “¿No tienes otro momento para estropearte?”.
En este caso, lavadora averiada y de nuevo piscina privada en la cocina... Ay, cómo se nota que echamos de menos darnos un bañito, ¿ehh? Parece que tocará comprar lavadora nueva, aunque por ahora no se puede decir que sea algo urgente, total, creo que pijamas tenemos todos como para pasar tres cuarentenas juntas.
Y así, según escribo esto se me acaba de venir una idea a la cabeza, que va siempre más rápida que yo. Las lavadoras vienen en cajas grandes, tan grandes como para que quepa una persona pequeña y pueda ser transportada sin que repartidores tiquismiquis pongan caras raras por ver un brazo fuera...
Ahora vuelvo, voy a revisar mi lavadora.

Y dentro de esta misma sección y volviendo al tema de la tercera caldera averiada, tengo que aclarar que Marcial (el señor que fue a repararla) no era peluquero, sino, ojo, criador de pajaritos. Por si a alguien le podía haber extrañado que un peluquero fuese a reparar calderas, ahora ya se entiende todo mejor.

Y ahora sigo con las cosas que me pasan a mí, que también necesito mi momento de protagonismo diario, para contaros algo que me ha preocupado seriamente.
Yo soy de las que canta en la ducha o se pone música y baila. Hasta ahí más o menos normal, pero es que hoy me he sorprendido a mí misma en la ducha tarareando la musiquita del meme este de los señores negros bailando con un ataúd. Imagino que habréis recibido alguno, o algunos miles de ellos. Si no es así y no sabéis de qué hablo, dejad un comentario y os envío los que queráis. Que digo yo ¿de dónde ha salido eso? Porque ya hay memes de los memes. Y cada día nuevos y cada vídeo que abres están ahí los señores bailando con su caja a hombros y esa musiquilla pegadiza que te taladra el cerebelo interno y te hace acabar tarareándola en la ducha. Tiempos extraños estos…

Y hablando de ducha también me ha sorprendido la cantidad de pelo que decide darse a la fuga desde mi cabeza (estamos todos deseando escapar ya), que entre las canas que me arranco y lo que se cae solo, a este paso no me va a hacer falta ni peluquería cuando salga. Pero ese es un tema del que hablaremos otro día…
Por hoy ya me despido, que me espera mi charla diaria. Agenda apretada esta del confinamiento.

Mañana más.



domingo, 12 de abril de 2020

50m2 - Día 19

Amigas, amigos, desconocidos que estáis leyendo esto… Ya es domingo.
Y, ¿qué hago yo escribiendo en domingo? Pues no lo sé. Que se desconvocó el apagón cultural, y yo que soy una iluminada pues me enciendo también. Eso y que me podía el ansia de la escritura y echaba de menos ponerme a soltar tontunas por aquí. Así es.

Lo dicho, es domingo y ya se acaba la semana santa, y con esto quiero decir que se acabaron las torrijas, amigos. Que nos venimos arriba y al final nos pasa como en navidades, que empezamos con el turrón en octubre y seguimos en febrero con los roscones de reyes… Pero bueno, como ya no sé cuándo es la siguiente “fiesta de comer”, nos podremos permitir una bandejita más.

Y ahora quiero ponerme seria y desde aquí hacer un llamamiento a la solidaridad. Pido solidaridad por parte de todos aquellos que tenéis patio, finca, terraza, balcón… ¡Dejad de tomar el sol, cabro...! Que los que tenemos una ventana y una hora de sol al día en la cara, cuando nos pongamos a vuestro lado vamos a parecer fichas de dominó, en blanco y negro. Así que, por favor, por respeto, vestíos y a sacar la cabecita a la ventana, como las demás.

Bueno, y este fin de semana me ha dado por probar cosas nuevas. Para empezar, he probado el yoga. Ya os dije que una amiga hacía clases de yoga online y me invitó a unirme. Y ahí estuve un rato estirando, respirando y siendo consciente de partes de mi cuerpo que no sabía ni que existían. Pero claro, tampoco quería dejar de lado a mi entrenadora habitual, así que me puse  a buscar en su canal alguna sesión de yoga, por seguir en la misma línea. El caso es que encontré un vídeo de “yoga en familia” y dije, éste; que no es que de repente se hubiera venido la familia a hacer yoga conmigo, pero tenía pinta de ser sencillito y así también me sentía más acompañada. Se trataba de hacer posturas de animales. Bien, parecía fácil y divertido. La cobra, la rana, el león y “ahora vamos a hacer un ave… la mariposa”. Sin comentarios.

Y otra de las cosas en la que me he estrenado este fin de semana ha sido en las “vídeo cervezas”. Que ya que no se puede salir, al menos compartir unas cervecitas con algún colega, ¿no? Pero claro, te pones a hablar y hablar y pasan las horas con las cervecitas y, cae una y otra… y así hasta... dos, ¡y con limón! Creo que se me fue de las manos. Eso sí, el próximo día buscaré otro bar, que en este no me pusieron aperitivo.

Y mientras tanto, sigo a vueltas con mi ukelele y, poco a poco, (repito, poco a poco)  creo que va saliendo algo, pero me da que hasta se ha desafinado el muy canalla antes de aprender a tocar nada. ¡Y así, no se puede!

Cambiando de tema, recordaréis que hace unas crónicas os contaba que el Listerine era la solución definitiva contra el virus por el alcohol que lleva (información que me había llegado por WhatsApp y, por tanto, fiable al 100%). Pues bien, dentro de las cosas hábiles que soy capaz de hacer, está el comprar una botella nueva de Listerine, ¡pero sin alcohol!   
Es lo que tiene dejarse llevar por los colores. Me llevo el azul, que hace juego con las toallas...  Y ahora ¿con qué desinfecto yo la casa? En fin, seguiré con la lejía, que no huele igual de bien, pero creo que es más eficaz (y más barata). Y a ver si me centro un poquito más, que no sé dónde tengo la cabeza… o sí.

Y aquí os dejo una imagen que me envían desde Namibia, donde parece que ahora sin turistas los leones descansan así. La próxima vez que haga posturas de animales en yoga, esa va a ser mi postura del león.


jueves, 9 de abril de 2020

50m2 - Día 18

Jueves, y santo, dicen. Sigo informando del día porque sé que hay a quien le viene bien tener una cierta noción de la fecha en que vive.

Empiezo hoy cerrando la historia de la caldera de Vic. “Cosas que le pasan a otros”.
Para los que no os acordéis, teníamos a una amiga con la caldera averiada, y ante la falta de técnicos para ir a arreglarla, iban a mandar a un “señor” (de oficio desconocido) a echar un vistazo. Pues ayer por fin me llegó el desenlace. Lo resumo. Segunda cocina inundada (ya tuvimos también a Piki con su jacuzzi privado en la cocina) y hazaña de cómo instalar una caldera nueva sin leer las instrucciones. Que si eres un experto en calderas, pues es normal, pero para un hipotético “señor” peluquero, a lo mejor no está de más pegarle un repaso al manual, digo yo. Claro que a mí me pasa igual, veo unas instrucciones de 100 páginas y prefiero esperar a que saquen la película. Y así me va…
El caso es que el “señor”, llamémosle Marcial, montó la caldera y cuando parecía que ya estaba todo listo y a punto estaba de cantar victoria… la caldera dejó de funcionar. Abatido y malhumorado, Marcial volvió a su casa, mientras mi amiga, con sus propias manos y un manual de instrucciones hizo funcionar la dichosa nueva caldera.

Y es que esto del confinamiento tiene su lado bueno. Nos hace sacar al manitas (o manazas en mi caso) que llevamos dentro. Véase el caso de una lectora que ha arreglado su cisterna con piezas compradas por  Amazon o el amigo que se ha convertido en deshollinador reparando la estufa con sus propias manos. Esto nos va a hacer más fuertes a todos.  Y en este caso también es de aplicación el dicho popular “lo que no mata, engorda” (perdón por el punto de humor negro).

Una vez cerrado el tema calderas y, por favor, ¡no más calderas averiadas!, pasamos a lo que ha dado de sí mi día, que la verdad ha sido poco, o poco que no sepáis ya. Más de lo mismo:  entrenamiento, zumba, castañazos con la lámpara y hoy poco más.
Eso sí, me ha dado por pensar cuánta razón tienen los que dicen que hacer deporte no es bueno. Lo compruebo cada día cuando me estampo con algo del mobiliario de mi habitación. Creo que voy a probar a envolverme en plástico de burbujas. Esto es una idea recurrente que me viene a la cabeza de vez en cuando y posiblemente algún día lleve a la práctica. Quizá no sea lo mejor para hacer ejercicio y sudar (porque a diferencia de mi profa, yo sí sudo), pero habrá que comprobarlo. Mientras tanto, creo que usaré el casco de la bici para proteger mi neurona.

Y os habréis fijado en que hace días que no hablo de mi ukelele, “Ronco”. Pues si no hablo, por algo será... Ya os dije que la constancia no es lo mío. Pero ya mismo me pongo con ello. No puedo permitir que Celemín tenga ya su repertorio y yo siga sin aprenderme tres acordes. Además, tengo ayuda. En vista de mi ineptitud, algunos lectores/as se han volcado conmigo y me llegan tutoriales de un amigo desde Costa Rica y, de aquí más cerquita, del hermano de una gran compañera de viaje, que me ha retado a mandarle un vídeo cuando me aprenda la canción. Y a mí los retos… ¿Que no hay huevos…?
Os mantendré informados de mis progresos.  

Y comentaros que mañana y pasado dejaré mi crónica en “stand-by” y no es porque sea semana santa ni me vaya a ir fuera, todo lo más lejos será bajar la basura, sino por el “apagón cultural” que se ha convocado por la inacción del gobierno ante el mundo de la cultura. No es que esté llamando cultura a estas palabras que suelto por aquí, pero como payasa quería unirme a ello.

Nos vemos el domingo, o el lunes… Cuidado con la operación salida.
Ehhh, ¿salida, quién?  (qué malo es esto de estar confitados). 

miércoles, 8 de abril de 2020

50m2 - Día 17

Casi mitad de semana ya, y parece que fuera lunes, o viernes, o yo que sé. Pero bueno, que ya es miércoles, cómo pasa el tiempo, ¿ehh?...

Y es que aquí el que no se entretiene es porque no quiere. Que ya me han dicho que hay hornos por ahí sorprendidos de estar tan limpios. Vamos que será por cosas que hacer en una casa...
A mí aún no me ha dado por eso (ya sabéis mi afición a procrastinar), pero sin embargo hoy me he puesto con algo también muy entretenido a la par que enriquecedor (para algunos más que para otros). Me he puesto a hacer la declaración de la renta, con un par.
 “Aceptar – aceptar - firmar aquí - confirmar declaración”. Sí a todo, siempre (es mi máxima, y así me va).  Pues no ha sido tan difícil. Y además me van a “pagar” por ello. Empiezo la mañana a tope.

Y con ese subidón de ganar dinero al instante, y después de fotosintetizar un rato al solecito en la ventana, qué mejor que seguir con el entrenamiento diario.
Para las personas que me han llamado “infiel” por pasarme al chavalote majo de la gorra, decirles que… hoy lo he vuelto a hacer. Sí, así soy. No es que haya dejado a mi profesora, que hoy me ha machacado con una rutina de lo más completa, pero tengo que decir que le he cogido el gusto a la zumba de Gabriel y he terminado con otro ratito de baile a ritmo de cuuuuuumbiaaaaaa.  Y deciros que hoy por fin mi profesora lo ha reconocido. Si ayer os comentaba que no la había visto sudar, hoy se ha confesado sudando, eso sí, yo no he visto ni una gota, pero ya caerá, ya.  
Y siguiendo con el mundo fitness y del autor de “salto a la comba sin comba”, hoy llegan las sentadillas con bombona de butano. Claro que sí. Miedo me da qué puede ser lo próximo.

Pero no todo puede ser ejercitar el cuerpo, también hay que darle algo a la neurona de vez en cuando para que no se aburra, y ayer por fin pude seguir con la conferencia sobre la foca monje que se quedó a medias la semana pasada, y ya sabemos que no es bueno dejar nada a medias. Hoy toca charla sobre exoplanetas. Hay que cultivar cuerpo y mente, y a mí a este paso me va a salir un huerto.

Y ahora abro una breve cuña informativa, especial para los que vivís en la sierra, que parece un sitio muy tranquilo, pero ojo, según me comentan, la situación se está recrudeciendo, y ya no es fácil vivir tan tranquilo, hay que andar con cuidado. Ayer Rikar sufrió un intento de robo. El burrito Pepe (al que podemos ver en la imagen) presuntamente casi le deja sin café cuando nuestro querido lector, en su paseo perruno diario, se acercó a la valla tras la que vive el bueno de Pepe, también confitado, y dejó su café para tomarse un selfie con él. El resultado, de no haber reaccionado a tiempo, podría haber sido dramático; una persona sin su café vespertino y un burro cafeinómano corriendo desbocado por el prado. No quiero ni pensarlo. Cuánto daño están haciendo los selfies.

Y termino la crónica del día con mi plan de escape frustrado. Lo dejo para el final aprovechando que los espías no habrán llegado leyendo hasta aquí. Confesaros que el plan sigue en pie. Ayer el vecino de abajo tenía unas cajas vacías de su pedido de la compra en la escalera… No digo más. Voy llamando al transportista. ¡Y sin necesidad de quitarme un brazo!

martes, 7 de abril de 2020

50m2 - Día 16

Ya es martes, y lo que ha dado de sí el día. Os cuento.

Para empezar sonó el teléfono temprano. Un número que no tenía en la agenda. ¿Será de la compañía telefónica? No, no pensaba echarle la bronca por el tema de la fibra, era por charlar un rato hoy que tenía tiempo, pero no.
- ¿Antonio?
- No, se ha equivocado.
- Ahhh, eres su mujer.
- No, no soy su mujer, pero ¿qué tal está? ¿cómo está llevando la cuarentena?
- Perdón, me he equivocado. Hasta luego.
Segunda llamada al instante, y tentada estuve de responder para echar un rato de charleta, pero igual el hombre tenía algún asunto importante que resolver con Antonio y no era quien para hacerle perder el tiempo.

Y hablando del tema de la fibra, ya me han dicho que hay repetidores de señal para que el wifi me llegue a toda la casa. Gracias por la información, ahora mismo bajo a comprar uno, salao (manda huevos que en 50m2  no llegue bien el wifi...).

Y hoy… hoy… ¡Me he vuelto a poner unos vaqueros! Y tengo que confirmar que el trabajo combinado de torrijas y training está surtiendo efecto, porque me siguen valiendo, así que seguiremos con ello, especialmente con el tema de las torrijas que enseguida se nos pasan de temporada. El caso es que hoy tenía que salir a comprar y, claro, lo de salir en pijama se me hacía raro, que aunque la gente te esquiva por la calle, creo que alguien se daría cuenta. Así que tocaba vestirse, al menos por abajo, por arriba una chaqueta y listo, que el cajón de los sujetadores sigue a cal y canto desde que empezó la cuarentena. Vamos, que es lo mismo que hacemos cuando tenemos una videollamada, que estamos de lo más elegante por arriba, y por abajo seguimos con las pantuflas, pero al revés.
Y en el supermercado se ha desatado el pánico cuando una señora ya en primera línea de cajas se ha dado cuenta de que no era esa su cesta de la compra. “¡Mi cesta, mi cesta! Alguien se ha llevado mi cesta…” Al instante ha aparecido la dueña de la cesta que iba a ser pagada, pero no la cesta perdida. Y hasta ahí puedo contar. He pagado (mi cesta) y me he marchado. Nos quedamos con la duda de si la señora logró encontrar su compra sana y salva o tuvo que empezar de nuevo. Aventura en el supermercado.

Pero los vaqueros han durado poco y en cuanto he llegado a casa han ido al horno para su desinfección. Y vuelta a mi ropa de training y al lío. Hoy tenía ganas de “salseo”, que este fin de semana he salido poco y me apetecía bailar un rato, así que saltándome la clase de hoy, he buscado en el calendario de mi profesora una rutina de baile y... ¡a mover las caderas, guapísima! Y no contenta con esa media horita, me he lanzado al ciberespacio en busca de más clases de zumba (esto que quede entre nosotros, no quiero que se entere mi profa) y he encontrado a un chavalote muy... majo. Muy modernete él, haciendo zumba con su gorra puesta, pero se mueve muy bien y además no grita. Eso sí, suda. Y es que a mi entrenadora no la he visto ni sudar ni despeinarse ni un solo día incluso después de una hora de dar patadas. No sé cómo lo hace para no marcar rodalón. Tengo que descubrir su secreto. Os contaré.

Y en otro orden de cosas y ya para terminar, siento deciros que no puedo avanzar mucho en la sección “Cosas que le pasan a otros”. No he tenido novedades de la caldera de Vic, y el asunto de la gotera en la cama se ha visto agravado por las lluvias de la última noche, mientras esperan que pueda ir alguien a arreglarlo. Igual hay que llamar al “señor” de la caldera.

Seguiremos informando. Mañana más.

lunes, 6 de abril de 2020

50m2 - Día 15

Bueno, pues ya es lunes...otra vez. Creo que esto ya lo hemos vivido...
Y ya sois varios los que me habéis preguntado cómo sigo distinguiendo los fines de semana del resto de días; fácil, porque cambia el presentador de los telediarios, si no, de qué.

Y ahora después de este parón de dos días no sé ni por dónde empezar la crónica de hoy, porque aunque os digo que le doy vacaciones a mi neurona, la muy pájara no descansa y sigue dando vueltas en mi cabeza todo el fin de semana, así que ahora toca ordenar todo lo que han dado de sí estas 48 horas.

Quiero empezar por un asunto que empieza a preocuparme y sin embargo no veo que ningún informativo se esté haciendo eco de ello. Y es que en la sección “Cosas que le pasan a otros” tenemos que sumar una caldera más (o restarla) y ya van tres en lo que llevamos de cuaresma.  No quiero alarmar, pero creo que es un tema serio y deberíamos andar con cuidado para que esto no siga propagándose. Por ahora no tengo mucha más información. Parece que en Vic no encuentran ningún técnico en activo, pero los de la inmobiliaria van a mandar a un “señor”. Que no sabemos a qué se dedica ese “señor”, igual es peluquero, pero oye, lo importante es que ya han tomado cartas en el asunto. Esperamos noticias.

Y en cuanto a mi fin de semana, contaros que, al igual que no le he dado descanso a la neurona, tampoco se lo he dado a mi entrenadora, que es muy de descansar los domingos, pero esta vez no se lo consentí; que si queremos estar fuertes como el vinagre no podemos permitirnos estos lujos, así que ayer me decidí por una clase de kick boxing. Y venga a patadas y puñetazos al aire, bueno... al aire en el mejor de los casos en los que mis extremidades no se encontraban con algún mueble en su camino. Y esta vez no lo digo por la lámpara, que seguro que ya os estabais imaginando mi cabeza estampándose una y otra vez con ella, pues no. Parece que mi profesora me va pillando el punto y uno de los ejercicios de la clase era “esquiva, esquiva” (en el preciso momento de pasar por debajo de la lámpara), y así es como pude completar mi primera clase sin un solo golpe (en la cabeza).  A ver lo que me dura.
Y hablando de hacer ejercicio, y a la vista de que os voy contando cada día cómo hago el ridículo yo sola con mi profesora virtual, van saliendo otras formas digamos “poco ortodoxas” de hacer ejercicio como el salto de comba sin comba o el salto de sofá cuando te encuentras una serpiente encima. Cosas de la gente serrana.

Y antes de que empezara todo esto, a mi lista de actividades extraescolares le había sumado la escalada y me había dado por ir al rocódromo un par de veces. Pero ¿qué es lo primero que hay que hacer antes de empezar un deporte nuevo? Pues sin duda lo primero es hacerse con un buen outfit, que oye, a lo mejor no pisas más el gimnasio, el rocódromo o lo que sea, pero hay que ir mona. Y yo ¿qué había hecho? Pues comprarme los pantalones más molones y más verdes de la tienda de montaña. Ya estaba preparada. Ahora solo me faltaba aprender, pero se nos cruzó un virus por medio y me quedé a medias. Eso sí tengo unos pantalones que me van a venir fenomenal para subirme por las paredes estos días.

En cuanto a mi plan de escape he de deciros que no hay manera de entrar en la caja, pero creo que
voy avanzando y a lo mejor así, pasito a pasito, puedo ir tirando y me ahorro el transporte.
Claro, que lo jodido va a ser bajar las escaleras.

Y ahora sí, ya estamos en semana santa, pero recordad que este año la procesión va por dentro.

sábado, 4 de abril de 2020

Ningún Niño Sin Cumple

#QUEDATE EN CASA.

El Ayuntamiento de Astorga  y la Policía Local (a través del Programa del Agente Tutor) felicitarán hasta que acabe el Estado de Alarma a todas las niñas y niños del municipio -de 3 a 10 años- que cumplan años durante situación.


Nacho Morán y Adrián Zamorano, actores-clown astorganos, romperán con una representación la monotonía en un día tan especial.

La idea es que los niños puedan sentirse especiales el día de su aniversario mientras tengan prohibido recibir visitas o poner un pie fuera de casa. El clown - actor payaso hará su representación, aproximadamente de unos 30 minutos, en varias funciones semanales en función del número de niños, por Skype, o zoom o Hangout.

Las peticiones serán gestionadas por Policía Local - Agente Tutor  a través del WhatsApp 607800016 y se deberá enviar:

Nombre, apellidos y edad del/la cumpleañero/a. 
Foto del DNI o documento oficial, donde se acredite la fecha de nacimiento y el domicilio de residencia.

Los padres deberán tener en su domicilio tablet, móvil u ordenador personal dónde se pueda establecer conexión vía plataformas Skype o Zoom o Hangout. Cuando se establezca la conexión, la pantalla grande será para el clown-payaso.

Con la colaboración de los padres , el payaso “entregará” un regalo al cumpleañero.

En función del número de reservas, se agruparán semanalmente los niñ@s que celebren el cumpleaños, atendiendo también al número de participantes que soporte el medio Skype o Zoom. La organización se reserva el cambio de las funciones atendiendo al número de solicitudes y a las condiciones derivadas del estado de alarma o análogos.