miércoles, 18 de marzo de 2020

50m2 - Día 2


Día 2 de crónica, 4 de confinamiento, 6 de mi encierro particular, 78 del año, 53 del año chino, año 5780 según calendario hebreo… Vamos, que es miércoles...

Sí, sí, confirmado, es miércoles. Acabo de ver las noticias y ya me han informado, que para eso están los telediarios, ¿verdad?

Y una vez resuelta la duda de en qué día vivimos, vamos a lo que vamos, ni pu... idea de qué es a lo que vamos, pero algo irá saliendo.

Tengo que decir que, superados los primeros días de agotadores recorridos entre la cama y el sofá (ida y vuelta), ahora estoy mucho más activa. Hago lo mismo, pero intercalando una silla de escritorio para escribir estas tontunas y hasta me pongo a hacer ejercicio, fitness, que es como se dice ahora (uyy, esto ha sonado a comentario de abuela, y yo, ya lo dije ayer, soy una jovenzuela).

Pues sí, ahora me marco una clase de fitness al día. ¿Y eso en qué se traduce? No, no penséis que me pongo las mallas, los calentadores y la cinta del pelo, no, es más patético, si cabe. Me planto en pijama delante del móvil intentando seguir a una tipa en su clase de kick boxing (esto también suena súper moderno) que me llama guapísima mientras pega patadas y puñetazos a la nada, eso sí, con unas mancuernas de medio kilito, que como yo no tengo a mano pues me toca pegar los puñetazos así a lo mecagüen.

Pero lo de que te llamen guapísima, y más de esta guisa, siempre anima, luego te das cuenta de que no te está viendo, que si no…


Y no solo tengo que agradecer a mi entrenadora “personal” sus piropos infundados, sino haberme tenido casi una hora manoteando y pataleando al aire (con todo mi respeto a las técnicas del kick boxing), porque si no, yo sola no (me) aguanto ni diez minutos. Digamos que constancia no es mi segundo nombre. He intentado ponerme las canciones de zumba y a la mitad del primer “perreo” ya estoy aburrida. Pues me pongo a hacer abdominales, claro que sí… sobre la alfombra de la habitación (que se me pasó traerme la esterilla), así que a la segunda serie tengo la rabadilla al rojo y decido que no merece tanto la pena. Pero hay que hacer algo…


Ya se sabe “mens sana in corpore sano” y, parafraseando a Celemín, he decidido que “me voy a poner más fuerte que el vinagre”. Ahí lo dejo.

Y es que si no fuera por el Youtube y sus clases, sus tutoriales y sus vídeos de gatetes y perretes haciendo tontunas… ¿Qué sería de nosotros en esta cuarentena?

Pero claro, con todo esto al final me estoy agobiando porque no me dan las horas del día para tanto quehacer.

Por la mañana hay que revisar el móvil para ver los memes del día, y claro, como son tan graciosos, toca reenviarlos (hay que compartir la cultura), y esperar a que te respondan con un “jejje” o en su defecto el emoticono de la carita llorando de la risa. Después de esto, y una vez roto el hielo del WhatsApp, pasas a la ronda de evaluación de la salud de amigos y familiares, “¿Qué tal? ¿cómo te encuentras?” (esto se recomienda hacerlo dos veces al día, para llevar un adecuado seguimiento). Después hay que hacer ejercicio, leer, abrir el correo, volver a revisar el WhatsApp, comer, un ratito de siesta intentando que no se te vaya de las manos y se te junte con la noche, ver las noticias para saber en qué día vives, aplaudir, cantar, pegarle a una cazuela en la ventana…Y todo esto lavándote las manos entre cada uno de los ejercicios antes detallados.

Vamos, que como esto no pase pronto voy a necesitar unas vacaciones para recuperar de tanto trajín.

Y por si fuera poco, tengo un nuevo reto. Temblad vecinos… Voy a aprender a tocar el ukelele.

Seguiremos informando. Voy a descansar, que estoy agotada.



¡Ya queda un día menos!


Fdo. Curruquilla

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