jueves, 26 de marzo de 2020

50m2 - Día 8

Crisis del papel higiénico resuelta.

Tocaba salir a comprar y la misión parecía sencilla… pero solo agentes entrenados en los terrenos más hostiles podían enfrentarse a tan delicada tarea. Señoras hechas a colarse en todo tipo de tiendas, puestos y supermercados con una bolsa en la cabeza. Ese era el perfil perfecto. Indestructibles.

Y ahí estaba yo, que no he lidiado en tan arduas batallas, sin saber si ponerme primero la mascarilla, los guantes en la cabeza o enfundarme en plástico de burbujas. Esto último era lo que más seguro me parecía, tanto para protegerme del virus como para cualquier otra eventualidad del tipo atropello por carrito o tropezón en la escalera, que tanto tiempo sin salir no sabía si iba a recordar cómo manejar correctamente los pies en tan complejo escenario (para esto me vino muy bien volver a leer las “Instrucciones para subir una escalera”, de Cortázar, muy recomendable, ahí lo dejo).

El caso es que me armé de valor y salí a la calle. Y, oye, que sales con miedo, como si una amenaza fantasma estuviese acechando ahí detrás de la esquina para atacar en cualquier estornudo. Que si alguien tose cerca podrías matarle con una sola mirada, vamos que como tengas la mala suerte de atragantarte y ponerte a toser, ya puedes salir corriendo.

Bueno, por fin llegas al supermercado después de cruzar la calle (sí, no puedo ni pasear, tengo el súper en frente), te rocías de alcohol, te pones los guantes y ya estás lista para la aventura. Tienes un objetivo claro: papel higiénico. No te despistes en la sección de galletas y chocolates, vamos a lo que vamos.

Cuando por fin lo tienes ahí delante de ti… ¡Sí! Ya es tuyo. Te apresuras y coges el paquete (de papel, no te confundas) cual Gollum, “mi tesoooorooo” como si fuera el último, hasta que te das cuenta de que hay tres palets más detrás de ti. Da igual, tú  ya tienes el tuyo y te has asegurado cagar tranquila durante las próximas semanas, meses… Y respiras aliviada.
Y ya una vez cumplido tu objetivo puedes entretenerte en otras menudencias como surtir la nevera de casa. Pero ojo, no podemos olvidar que hay que mantener la distancia de seguridad de un metro, y claro vas por los pasillos como comecocos cuando sale el fantasmita. Que te aparece alguien y cambias corriendo de pasillo, que no me pille, que no me pille.
Pero, mierda, quiero ese fuet, el señor gordo no se aparta y por ahí no cabemos los dos. Esta noche ceno tomate frito (¿qué?, era el único pasillo que estaba vacío).

Y cuando por fin consigues llenar la cesta de lo que sea, vuelves a casa orgullosa de haber superado con éxito la misión. Pero, cuidado, has estado ahí fuera, expuesta… Y ¿qué es lo primero que hay que hacer? Directa a lavarse las manos, 20 segundos, mínimo, te lavas la cara, por si acaso, te echas alcohol por encima, metes la ropa a la lavadora, o al horno, que el calor purifica y después… después una cervecita y a descansar en el sofá, que el alcohol limpia, y oye, nos la hemos ganado. Además hoy tocaba entrenamiento invisible, ¿no? Pues eso.

Mi tesoooooroooo



No hay comentarios:

Publicar un comentario