lunes, 4 de mayo de 2020

50m2 - Día 35

Lunes 4 de mayo, día 1 de la fase 0 de desescalada, que es la primera, luego vendrá la fase 1, que será la segunda y así “sucedáneamente”. Esto me recuerda a las campanadas de fin de año, que empiezan con los cuartos y el que más y el que menos acaba con dos uvas en la boca antes de que empiecen las campanadas de verdad, por más que nos lo expliquen año tras año. En cualquier caso, ante la confusión que todo esto genera, el Anticiclón ha realizado un tutorial para la desescalada, con el que resolver las dudas que puedan plantearse.  https://www.youtube.com/watch?v=LLE_r1plSeU

Y una vez ubicados en el tiempo y ya que parece que es lunes, vamos a por el resumen del fin de semana. Primer fin de semana, antes de la primera fase, o fase 0 o inicial, en el que se podía salir a la calle, independientemente de tu edad, mental o por fecha de nacimiento.

Y ahí estábamos todos y todas el sábado en la calle. ¡Y qué prisas! ¿Dónde van todos con esas prisas? Que es sábado. Pues todo el mundo corriendo; me asusté, no sabía qué pasaba pero me puse a correr yo también, por si acaso. Como pollo sin cabeza, sí, pero corriendo, que era lo que parecía que había que hacer. Pero no, luego ya me di cuenta de que no hacía falta, y menos mal, que una solo corre cuando pierde el bus y ya estaba al borde del colapso. A ver si nos hemos vuelto locos corriendo ¡y no hace falta! Pero allá cada uno. Yo a lo mío, que era pasear, deambular, callejear, sin rumbo descubriendo otro Madrid, y descubriendo a las personas que paseaban también como yo debajo de esas mascarillas que nos han escondido a todos las sonrisas.

Y en ese mosaico que era Madrid a las 8 de la mañana, porque sí, hasta madrugué un sábado sin tener que ir a trabajar (¿dónde vamos a ir a parar?), estábamos los paseantes, los ciclistas, los corredores y los que pretendían estar en alguno de los dos grupos anteriores. No había visto tanta gente en mallas en la vida y hay que decir que a lo mejor no es una prenda que siente a todo el mundo igual de bien; ya comenté las bondades del chándal de táctel, mucho más agradecido sin duda. Pero el outfit imperante consistía en unas mallas y todo lo fosforito que tuvieras; y yo en vaqueros y sin gafas de sol para tanto brillo. Nunca me he caracterizado por estar a la última en tendencias, estoy fuera.

Encabezando el grupo de los que pretendían ser ciclistas, me crucé con un tipo que sin duda acababa de levantarle la bici y el casco de princesas Disney a su hija pequeña. Animado sin duda por su compañero, que parecía mucho más preparado para el mundo de las dos ruedas, el pobre incauto no tuvo más remedio que bajarse de la bici al primer desnivel, vamos que los resaltes de los pasos de cebra eran una suerte de Tourmalet para el recién estrenado ciclista. Suerte con ello, amigo. Lo importante es participar… y no morir en el intento.

Pero también había deportistas de los de verdad, y deportistas religiosos haciendo “step” y sentadillas en las escaleras de la catedral. Y hasta un “skater” con su monopatín haciendo piruetas en la puerta de tan sagrado edificio, que si lo que quería era comulgar, la hostia se la llevó, y buena. Doy fe.

Y así entre paseantes, deportistas y amagos de, sonó el toque de queda y tocaba volver. A las diez en casa, hacía tanto que no escuchaba eso… Uy, ahora sí toca correr, que no llego. Mañana más.

Aventuras y desventuras en la primera fase en la ciudad.





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