miércoles, 6 de mayo de 2020

50m2 - Día 37

Bueno, pues ya estamos a miércoles, y ayer no dije nada de los martes de mierda, pero creo que esta semana con esto de la desescalada, el día que no me gusta se ha pasado al miércoles. Cambios de rutinas.

Y es que, al menos en Madrid, hoy estamos todos pendientes de si el próximo lunes pasaremos a la siguiente fase o seguiremos nominados para permanecer en la casa, como en los concursos de la tele; hoy es el examen que nos dirá si hemos aprendido la lección o nos tocará repetir. Y vistas las calles estos días, mucho me temo que, en nuestro caso, será una asignatura pendiente. Tan cerca que se veía ya… Y no es que esté deseando irme a llenar los bares a la mitad o sentarme en sus terrazas con una cervecita (con limón) al sol, pero sí me hace falta poner tres dimensiones a lo que hasta ahora solo ha podido ser virtual.
Y seguramente cuando leáis esto, ya se sepa qué comunidades son las agraciadas, pero vosotros haced como que no sabéis nada; aunque dado el caos con todo esto de las fases y la desescalada, no es tan difícil no saber.

Pero vamos a lo que nos ha deparado el paseo del día, porque del resto de mis rutinas, pocas novedades.

Poco se habla ya de los perros; y eso que al principio tener un perro era lo más valorado de la cuarentena, junto con el papel higiénico y más tarde la harina, pero ahora ya que tenemos más libertad de movimiento, los perros han pasado a un segundo plano. Y no sabemos por lo que están pasando algunos. Perra vida. Los hay que ya están cansados de salir una y otra vez, y se nota. Lo he comprobado esta mañana viendo la mirada pasiva que le lanzaba un cánido a su dueña después de que ésta le lanzara una pelotita y le mandase ir a por ella. Esa mirada decía claramente “a por la pelotita vas tú si quieres, que yo paso”. Por suerte para la dueña, la calle estaba en cuesta y la pelota volvió sola a sus manos, porque el animalito tenía pocas ganas de moverse. Y para pocas ganas de moverse el bulldog que estaba despanzurrado en plena calle, mientras su paciente dueño trataba de tirar de él, en un intento de volver a casa. El perro se negaba a volver, eso nos explicaba el dueño a los paseantes que presenciábamos la escena divertidos. Unos cansados de tanto salir y otros que no quieren volver. Perros con carácter, y eso que seguramente aún no saben que ya no son la única excusa de sus dueños para salir a la calle, si no, más de uno les abría la puerta y les mandaba a pasear solos.

Y eso de pasear, que a priori puede parecer una actividad tranquila e inofensiva, puede llegar a convertirse en una actividad de riesgo con tanto quiebro de cadera al esquivar al resto de transeúntes; pero no solo eso, sino que a la que te descuides te puedes volver a casa fumigado, que con esto de mantener la ciudad libre de virus, hay camiones lanzando chorrazos desinfectantes a todas horas por todas partes. Claro que, por otro lado, un chorrazo a tiempo y te ahorras todo el ritual de desinfección al llegar a casa, llegas ya limpito, limpito. Quizá no esté tan mal.

Con esto me despido. Mañana pasaré a analizar los distintos tipos de mascarillas que circulan en la pasarela primavera-verano covid-19/20.

Por cierto, para los que me habéis preguntado: sí, hoy me he vuelto a encontrar con la madre y la hija corredoras, pero no he vuelto a ver al chico de negro con su perro negro ni al dueño de la bici plegable negra también… Seguiré atenta.

Mañana más.

Paisajes serranos vs. paisajes de ciudad.



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