martes, 12 de mayo de 2020

50m2 - Día 41

Venga que ya estamos a martes, segundo día de bares abiertos en media España, descontando los que ya han tenido que cerrar porque “se les fue de las manos el aforo”. Así somos.

Y es que viendo las noticias te das cuentas de lo irresponsable que se puede llegar a ser. Ya se han visto trifulcas por ocupar mesa en la terraza de un bar; claro que por suerte (tal y como han dicho en el telediario) las peleas parece que no están autorizadas en la fase 1, aunque hay que reconocer que sería divertido ver una pelea manteniendo la distancia de seguridad de dos metros, con los dos adversarios lanzando manotazos al aire sin llegar a alcanzarse nunca.  
Pero quitando todo esto, yo prefiero quedarme con las cosas positivas que nos cuentan en las noticias, como por ejemplo los avances en tecnología que nos van a ayudar a combatir al putobicho. Uno de esos avances es una máquina diseñada para instalarse en edificios de oficinas, que no solo te toma la temperatura al entrar y reconoce si llevas mascarilla o no (para eso habría servido un espejo), sino que además te pesa y te mide. Que aún no sé la relación entre estatura, peso y coronavirus, pero si te has pasado con la panceta la noche anterior, te bloquea las puertas del ascensor y te hace subir a patita por las escaleras. Oficinas libres de Covid y de  grasa, ¡ya!
Y, permitidme otra banalidad respecto al telediario. Por favor, que alguien le recuerde a Pablo Casado que ya están abiertas las peluquerías, que desde Curro Jiménez, esas patillas no han vuelto a ponerse de moda.

Por lo demás, pocas novedades en mis rutinas, aunque cada vez son más rostros los que se suman a mis habituales en los paseos matutinos, más miradas que se cruzan reconociéndose, cabezas que se giran, sonrisas… Y así he vuelto a ver a madre e hija corredoras, que después de varios días sin cruzarnos, ayer volvieron a aparecer y hoy han vuelto a darme esquinazo; y a la chica del vestido de flores que, aunque hoy lucía uno azul (a pesar del fresquito que hacía esta mañana), he podido reconocerla y hasta he descubierto que somos casi vecinas; o al chico de los dos perros, aunque él siga sin verme, porque es invidente.

Y, además de todos esos paseantes, cada mañana comparto aceras y asfalto con ciclistas y corredores. Y tengo que agradecer a los que, dentro de este último grupo, escupen a su paso, como si no estuviéramos todos protegiéndonos de un virus que se transmite por pequeñas gotas de saliva. Claro que sí amigos, porque nos han dejado claro que el contagio puede venir por toser o estornudar, pero hasta ahora nada se ha dicho de que el virus pueda contagiarse por ser escupido. Muchas gracias.

Y hablando de paseos y paseantes, ¿os habéis fijado cuánta gente vive ahora en cada casa? Porque si, en teoría, sólo podemos salir a pasear con las personas con las que convivimos y partimos de que todos cumplimos las normas a rajatabla...la gente ya no vive en casas, eso son por lo menos comunas hippies. Porque seguro que no os han pasado desapercibidos los grupos de cinco personas de la misma edad que pasean juntos, las cuatro chicas con el mismo outfit que convierten cualquier parcela de césped en un gimnasio improvisado, las dos parejitas que sacan juntas al perro… Que todos sabemos lo complicado que está el tema de la vivienda en Madrid, pero no sabía que lo de compartir piso se había extendido de esta manera. Pues no, no se nota nada que no vivís bajo el mismo techo. Lo dice la que sigue cumpliendo la norma y no ha quedado con nadie para salir a pasear, por si había alguna duda.

¡Hasta mañana!



    

No hay comentarios:

Publicar un comentario