martes, 5 de mayo de 2020

50m2 - Día 36

Martes y cuarto día de la marmota versión 2.0, o lo que es lo mismo, seguimos en el día de la marmota pero añadiendo un paseíto mañanero a la rutina diaria. Algo es algo.

Así que ahora que he vuelto a usar el despertador, mis días empiezan antes y tengo más horas que ocupar, pero se agradece ese paseo matutino de reconocimiento de la ciudad, tan distinta a como la dejamos casi dos meses atrás…

Ahora son las bicicletas y los peatones los que toman protagonismo sobre el asfalto de calles medio vacías; dos ruedas frente a las cuatro a las que tan acostumbrados estábamos. Y el silencio, la ausencia de ruido en una ciudad que va despertando del letargo, que se va rehaciendo a sí misma. Pero si algo no ha cambiado son las prisas, la urgencia continua por llegar… ¿a dónde? Y así se ven carreras de bici por las calles, corredores sin rumbo, y así salgo yo también con paso rápido y decidido dejándome llevar por el apremio de la mañana, hasta que poco a poco acomodo el ritmo de mis pasos al que me dicta la música que me acompaña y relajo el paso y sí, también bailo, cuando nadie me ve.  

Y aunque en estos días he ido variando el itinerario, dentro del kilómetro permitido, hay algunas calles que me gusta repetir, y en esa repetición también me encuentro con caras repetidas. Como la de la madre y la hija corredoras, o la del chico de negro con su perro también negro, o la del ciclista de la bici plegable con el que me he cruzado tres veces el mismo día. Y es que todos tenemos nuestras rutinas y muchas se cruzan en algún momento, solo que ahora, sin la prisa habitual, somos conscientes de ello; nos da tiempo a fijarnos en los demás, a mirar a la gente antes de esquivarla para mantener la distancia de seguridad. Y hay hasta quien te saluda antes de driblar. Buenos días para ti también, amable desconocido.

Y después de estos primeros días de paseo, mi siguiente nivel será pasear solo por las calles donde dé el solecito, y así aprovechar para levantar un poco este blanco “encierro”. Para ello hoy he hecho un estudio preliminar de calles y aceras soleadas; mañana, “los miércoles al sol”.

Otra de las cosas que he aprendido en estos paseos es que la nueva hora punta en el supermercado son las 10 de la mañana, hora en la que los ciclistas cambian las dos ruedas de las bicis por las de los carros de la compra, se forman largas colas en la entrada y los pasillos parecen un desfile de moda “fitness”.Eso sí, no paramos y aprovechamos la cola de la caja para estirar gemelos, hay que optimizar la mañana.

Así que las 10 de la mañana no es buena hora para hacer la compra, pero sí es buena hora para volver a casa, re-desayunar y hacer el saludo al sol. Que no es que me haya dado por el yoga, sino que vistas las contorsiones que tengo que hacer para tomar el sol en la ventana, ya puedo entender el porqué del nombre de esta postura.

Y, una vez en casa después del paseo, vuelta al día de la marmota.  

¡Hasta mañana!  


Madrid también tiene calles con corazón.


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