martes, 7 de abril de 2020

50m2 - Día 16

Ya es martes, y lo que ha dado de sí el día. Os cuento.

Para empezar sonó el teléfono temprano. Un número que no tenía en la agenda. ¿Será de la compañía telefónica? No, no pensaba echarle la bronca por el tema de la fibra, era por charlar un rato hoy que tenía tiempo, pero no.
- ¿Antonio?
- No, se ha equivocado.
- Ahhh, eres su mujer.
- No, no soy su mujer, pero ¿qué tal está? ¿cómo está llevando la cuarentena?
- Perdón, me he equivocado. Hasta luego.
Segunda llamada al instante, y tentada estuve de responder para echar un rato de charleta, pero igual el hombre tenía algún asunto importante que resolver con Antonio y no era quien para hacerle perder el tiempo.

Y hablando del tema de la fibra, ya me han dicho que hay repetidores de señal para que el wifi me llegue a toda la casa. Gracias por la información, ahora mismo bajo a comprar uno, salao (manda huevos que en 50m2  no llegue bien el wifi...).

Y hoy… hoy… ¡Me he vuelto a poner unos vaqueros! Y tengo que confirmar que el trabajo combinado de torrijas y training está surtiendo efecto, porque me siguen valiendo, así que seguiremos con ello, especialmente con el tema de las torrijas que enseguida se nos pasan de temporada. El caso es que hoy tenía que salir a comprar y, claro, lo de salir en pijama se me hacía raro, que aunque la gente te esquiva por la calle, creo que alguien se daría cuenta. Así que tocaba vestirse, al menos por abajo, por arriba una chaqueta y listo, que el cajón de los sujetadores sigue a cal y canto desde que empezó la cuarentena. Vamos, que es lo mismo que hacemos cuando tenemos una videollamada, que estamos de lo más elegante por arriba, y por abajo seguimos con las pantuflas, pero al revés.
Y en el supermercado se ha desatado el pánico cuando una señora ya en primera línea de cajas se ha dado cuenta de que no era esa su cesta de la compra. “¡Mi cesta, mi cesta! Alguien se ha llevado mi cesta…” Al instante ha aparecido la dueña de la cesta que iba a ser pagada, pero no la cesta perdida. Y hasta ahí puedo contar. He pagado (mi cesta) y me he marchado. Nos quedamos con la duda de si la señora logró encontrar su compra sana y salva o tuvo que empezar de nuevo. Aventura en el supermercado.

Pero los vaqueros han durado poco y en cuanto he llegado a casa han ido al horno para su desinfección. Y vuelta a mi ropa de training y al lío. Hoy tenía ganas de “salseo”, que este fin de semana he salido poco y me apetecía bailar un rato, así que saltándome la clase de hoy, he buscado en el calendario de mi profesora una rutina de baile y... ¡a mover las caderas, guapísima! Y no contenta con esa media horita, me he lanzado al ciberespacio en busca de más clases de zumba (esto que quede entre nosotros, no quiero que se entere mi profa) y he encontrado a un chavalote muy... majo. Muy modernete él, haciendo zumba con su gorra puesta, pero se mueve muy bien y además no grita. Eso sí, suda. Y es que a mi entrenadora no la he visto ni sudar ni despeinarse ni un solo día incluso después de una hora de dar patadas. No sé cómo lo hace para no marcar rodalón. Tengo que descubrir su secreto. Os contaré.

Y en otro orden de cosas y ya para terminar, siento deciros que no puedo avanzar mucho en la sección “Cosas que le pasan a otros”. No he tenido novedades de la caldera de Vic, y el asunto de la gotera en la cama se ha visto agravado por las lluvias de la última noche, mientras esperan que pueda ir alguien a arreglarlo. Igual hay que llamar al “señor” de la caldera.

Seguiremos informando. Mañana más.

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