martes, 28 de abril de 2020

50m2 - Día 31

Otra vez martes. Ya dije que no me gustan los martes, no sé por qué, pero no son mi día. Y a las pruebas me remito, que ni el sol se decide a salir del todo. Y una ve un rayo de sol por la ventana, se motiva, se calza su camiseta de tirantes para ligar bronce y a los dos minutos, nublado. Y así no se puede. Lo bueno de los martes es que solo duran 24 horas, como los demás, y si de esas 24 descontamos la mitad que pasamos durmiendo, bueno, que yo me paso durmiendo, pues solo quedan 12 y en esas 12 tenemos que hacer 5 comidas, entrenar, leer, aplaudir, y algunos hasta trabajar… Vamos, que ya casi es miércoles.

Y otra cosa que es bueno hacer todos los días es ver las noticias, y no solo para estar informado de cuándo vamos a poder salir; que sé de alguna que a la que estén diciendo “Ya se puede sa...” va a estar ya en la parada del autobús. Pero no solo eso, las noticias nos dan otras informaciones muy valiosas cada día. Hoy he aprendido que no hay que desinfectar el pan. Menos mal, que ya me veía haciendo sopas en agua con jabón, y ya os dije que el Lagarto no tenía buen sabor. Aunque por otro lado, si se puede desinfectar también con alcohol… Creo que nunca he probado el pan mojado en mojito. Todo sea por salud. Pero no me hagáis caso, que han dicho que no hace falta. Yo voy a probar por si acaso.

Y ya que los martes saco mi lado indignado, tengo que confesar que estoy un poco enfadada ya con la pandemia esta. ¡Ya está bien! Además, se presentó así sin avisar y no dio tiempo a planificarse. Y, ¿qué pasa? Pues que aquí a la que suscribe, antes de que empezara todo esto, se le ocurrió la brillante idea de renovar el cajón de los sujetadores y, ahí están, con la etiqueta puesta aún, esperando ver la luz en algún momento. Claro que lo que no sé es si cuando llegue el momento, mi cuerpo acostumbrado a esta libertad de los últimos tiempos, va a rechazar tan opresora prenda. Veremos.

Y es que comentando con otra mente pensante, como la mía, todo este tema de la pandemia, hemos llegado a la conclusión de que preferimos un apocalipsis zombie, que al menos, a base de años de videojuegos, estamos más acostumbrados a enfrentarnos a ello. Además, a los zombies se les ve venir, no como al bicho este que no sabes dónde está, y sales a la calle y sales con miedo pensando que va a estar ahí en cualquier superficie para que sin darte cuenta pases la mano por ella y ¡zas, infección! Eso es jugar sucio, putobicho. Y lo sabes.
Eso sí, hemos acordado también que los zombies deberían ser como los que vemos en las películas, esos que van deambulando lentos, dando tumbos, como pollo sin cabeza. A ver si nos van a soltar una panda de zombies runners y estamos jodidos. Y hay que andarse con ojo también con los asintomáticos, que seguro que más de uno después de una noche de fiesta tiene peor cara y se les puede confundir.
Dicho lo cual, creo que voy a empezar una recogida de firmas en change.org, para votar en pro de un apocalipsis zombie en lugar de otras pandemias como esta. Cuando tenga el plan detallado os pasaré el enlace.

Y hablando de runners, ojo que, si no hay cambios, el sábado se van a llenar las calles de gente en chándal. Ya veo el catálogo del Lidl con una promoción especial de zapatillas y chándal de táctel a juego, y si no, al tiempo. Qué grandes esos chándals de táctel, ¿eh?  El chándal “yonki” sí, pero ¿quién no ha tenido uno? Tan cómodos, con con esos colores tan discretos y tan baratos que debían de ser, que todos teníamos uno, o varios… Yo creo que aún debo de tener alguno por ahí y como ahora está de moda todo lo vintage, seguro que si salgo el sábado a correr con uno, paso desapercibida.

Y con estas reflexiones de martes, me despido con una foto del mundo que nos espera ahí fuera, cortesía del señorito Rikar.


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