martes, 14 de abril de 2020

50m2 - Día 21

Estamos a martes y tengo que admitir que ya me he cansado de esta semana; será por no ver el sol o porque echo de menos mis torrijas, pero ya me tiene harta. He intentado pulsar el botón de “fast forward” a ver si llego rápido al domingo; total, creo que no voy a perder el hilo  del argumento, pero parece que el mando a distancia se ha quedado sin pilas, ¿no tienes otro momento para dejar de funcionar?

En fin, visto lo visto, parece que tendremos que ir paso a paso, día a día (esto era de Rambo, ¿no?, todo un visionario). Es como cuando vemos una película en la tele o en el cine, que acostumbrados ahora a ver todo en internet, intentas avanzar o retroceder porque te has perdido el beso de los protagonistas justo cuando te entra el apretón para ir al baño, pero no se puede, y te quedas sin saber como fue, pero aliviado, eso sí.

Y hablando de besos, que sepáis -dato de especial irrelevancia- que ayer fue el día del beso.
Pues habrá que celebrarlo como se merece cuando podamos salir. Claro que a este ritmo se nos van acumulando celebraciones y en cuanto salgamos, esto va a ser un despiche absoluto (me gusta esa palabra “tica”). Que si cumpleaños, para los que nos hemos hecho un año más viejos confitados, que si las procesiones de semana santa, las fallas, la feria de abril, el día del beso, el día de la marmota… Ahh, no, ese no. Vamos que nos va a durar la fiesta hasta que nos tengan que volver a encerrar, pero, como dice la canción, “que nos quiten lo bailao”.
Mientras tanto, “a brindar por el aguante” (parece que hoy estoy musical).

Y a estas alturas de la película, la cabeza ya empieza a funcionar a su manera. Os cuento esto porque estamos en confianza y en petit comité, pero confieso que ya hasta tengo sueños de confinamiento. A ver, mentes turbias, no vayáis por ahí, que por mucha confianza que haya, tampoco os voy a contar todo. Pero sí, esta noche mis sueños han sido… peculiares.
¿Pues no me pongo a soñar que iba a dormir con alguien y en lugar de ese alguien, con quien estaba compartiendo cama era con el ordenador? Claro, con esto de las videollamadas, pues ya ni nos permitimos soñar en condiciones con personas de carne y hueso, hay que mantener las distancias...
Y otro de los sueños perturbadores que he tenido esta noche ha sido soñar que iba al pueblo, en un coche que, por alguna extraña razón, u obra de ingeniería, tenía una piscina incorporada en el maletero. Lo curioso es que en el coche iba pensando qué excusa me podría inventar para ir al pueblo en caso de que nos parase la guardia civil, porque claro, lo de llevar a alguien chapoteando en una piscina el maletero no necesita justificación…
¡Cómo están las cabezas!

Y sí, esto cierto. Porque algunos ya me habéis preguntado si lo que cuento es verdad y, si bien es cierto que “apayaso” todo un poco, la mayoría de las cosas que aquí os suelto están basadas en hechos reales. Que la neurona en confitura no da para tanto.

Y por ahora esto es lo que ha dado de sí este día gris, de lluvia, granizo, rayos y retruécanos.

Ahora voy a dedicarme un rato a la lectura, a ver si mi cabeza se entretiene un poco y hoy no me da la noche. Porque, por si no lo sabíais (seguro que sí, pero yo lo descubrí ayer y estoy tan contenta) se pueden pedir libros electrónicos en las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid. Que no es que sea yo muy fan de libros digitales, donde esté el papel que se quite una pantalla, pero era eso o empezar a re-leer el Libro Gordo de Petete, así que estoy encantada.

“El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene, y yo te digo contenta, hasta la crónica que viene”


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