jueves, 23 de abril de 2020

50m2 - Día 28

Hoy me he levantado a tope. ¡Ya es jueves!
Y es que hay días y días. Unos días nos levantamos con más energía, otros con menos… Pero bueno, no vamos a empezar hoy también hablando de energía ni de termodinámica, ya se me pasó mi rato intelectual; es solo que hoy he amanecido con ganas. Con ganas de quedarme un rato más en la cama, porque hasta las 11 no he conseguido ponerme en vertical. ¡Vamos! que luego se te junta el café con el reto de las abdominales y Fausto no perdona una.

Y así he arrancado el día, a las 11 de la mañana con un buen café y mis tostadas con aguacate.  ¡A por el jueves!

23 de abril, día del libro, San Jorge (por si tenéis que felicitar a alguno) y cumpleaños de Ana y Miguel. ¡Felicidades confitadas! Ya sé que con que os dijera que es jueves os valía, pero como soy yo la que escribo, ya veis que os cuento lo que me da la gana.  

Y, hablando de libros, ya os conté que acababa de descubrir el servicio de préstamo de libros digitales de las bibliotecas y estoy encantada. Ya voy por el segundo y tengo otros tres en espera. Y es que después del Libro Gordo de Petete, ya me había aprendido de memoria el catálogo del Lidl, que si al menos fuera el del Ikea que debe de tener como 300 páginas, da algo más de sí, pero el del supermercado no está hecho para pasar una cuarentena. Aunque no deja de sorprenderme el Lidl. Tan pronto tiene en oferta una taladradora, como una caña de pescar o un modelito completo para hacer ejercicio en casa, ahora que está tan de moda… Uhmmm, voy a echar un vistazo otra vez…
Estaba a punto ya de pasarme a buscar a Wally, que tengo la colección completa de libros. ¡Qué personaje! Siempre con su gorrito de lana, así estuviera en la playa o en el Polo Norte. Y el tiempo que nos hacía pasar ahí entretenidos buscándole; a él y a todos sus objetos perdidos entre esas páginas atiborradas con toda suerte de cosas y personajes. Era divertido. Pero lo que de verdad molaba era cuando jugabas con alguien a ver quién encontraba antes a Wally, pero como los libros eran tuyos y ya les habías dado unos cuantos repasos, siempre ganabas tú. Siempre me ha gustado ganar.  Y hablando de Wally, ¿alguien sabe qué fue de él? Igual se perdió tanto que nadie le volvió a encontrar y cayó en el olvido. Debe de estar mayor ya.

Y hoy, día completo. Entrenamiento por la mañana, charla por la tarde y luego “vídeo quedada” con unas amigas. Que, podría parecer que con esto de estar en casa, nos podemos llamar en cualquier momento y echar una charleta, uyyy, no, qué va. Si es más difícil quedar ahora que cuando teníamos vida fuera. Ahora para ponerse de acuerdo para una quedada virtual hay que pedir día y hora, como en el médico. Eso sí, no hace falta arreglarse mucho (al menos de cintura para abajo) y no hay excusa para llegar tarde. Aunque reconozco que ya me ha pasado lo de tener reuniones por internet y llegar tarde; y ahí ¿qué alegas? ¿Retenciones en la cocina, un accidente en el pasillo en la confluencia con el salón? Pues no, no hay mucha excusa; llegas tarde y la razón es la de siempre, que se te ha parado el reloj… ¡Ja!

Y por hoy me voy a ir despidiendo que me tengo que arreglar para la quedada, o peinarme al menos, que creo que no veo el peine desde hace unos días. Ventajas de tener el pelo corto. Inconvenientes, que después de unos meses, el pelo corto se convierte en casco y pareces la hormiga atómica. Que no va mal para amortiguar los castañazos con la lámpara, pero a nivel estético es raro y empieza a hacerse ingobernable. Vamos, que ya he tenido que hacer uso de horquillas y cinta para el pelo. Y parece que en las peluquerías hay lista de espera hasta el año que viene… Y nos echábamos las manos a la cabeza cuando proponían que las peluquerías podrían seguir abiertas. Y ¿ahora qué? Me va a pillar el desconfinamiento y yo con estos pelos. ¡Un drama!  
Mañana más.
¡Felicidades a los cumpleañeros!

1 comentario:

  1. Yo quiero un pastelito así y doplar las, por lo menos cuatro velas.

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