domingo, 12 de abril de 2020

50m2 - Día 19

Amigas, amigos, desconocidos que estáis leyendo esto… Ya es domingo.
Y, ¿qué hago yo escribiendo en domingo? Pues no lo sé. Que se desconvocó el apagón cultural, y yo que soy una iluminada pues me enciendo también. Eso y que me podía el ansia de la escritura y echaba de menos ponerme a soltar tontunas por aquí. Así es.

Lo dicho, es domingo y ya se acaba la semana santa, y con esto quiero decir que se acabaron las torrijas, amigos. Que nos venimos arriba y al final nos pasa como en navidades, que empezamos con el turrón en octubre y seguimos en febrero con los roscones de reyes… Pero bueno, como ya no sé cuándo es la siguiente “fiesta de comer”, nos podremos permitir una bandejita más.

Y ahora quiero ponerme seria y desde aquí hacer un llamamiento a la solidaridad. Pido solidaridad por parte de todos aquellos que tenéis patio, finca, terraza, balcón… ¡Dejad de tomar el sol, cabro...! Que los que tenemos una ventana y una hora de sol al día en la cara, cuando nos pongamos a vuestro lado vamos a parecer fichas de dominó, en blanco y negro. Así que, por favor, por respeto, vestíos y a sacar la cabecita a la ventana, como las demás.

Bueno, y este fin de semana me ha dado por probar cosas nuevas. Para empezar, he probado el yoga. Ya os dije que una amiga hacía clases de yoga online y me invitó a unirme. Y ahí estuve un rato estirando, respirando y siendo consciente de partes de mi cuerpo que no sabía ni que existían. Pero claro, tampoco quería dejar de lado a mi entrenadora habitual, así que me puse  a buscar en su canal alguna sesión de yoga, por seguir en la misma línea. El caso es que encontré un vídeo de “yoga en familia” y dije, éste; que no es que de repente se hubiera venido la familia a hacer yoga conmigo, pero tenía pinta de ser sencillito y así también me sentía más acompañada. Se trataba de hacer posturas de animales. Bien, parecía fácil y divertido. La cobra, la rana, el león y “ahora vamos a hacer un ave… la mariposa”. Sin comentarios.

Y otra de las cosas en la que me he estrenado este fin de semana ha sido en las “vídeo cervezas”. Que ya que no se puede salir, al menos compartir unas cervecitas con algún colega, ¿no? Pero claro, te pones a hablar y hablar y pasan las horas con las cervecitas y, cae una y otra… y así hasta... dos, ¡y con limón! Creo que se me fue de las manos. Eso sí, el próximo día buscaré otro bar, que en este no me pusieron aperitivo.

Y mientras tanto, sigo a vueltas con mi ukelele y, poco a poco, (repito, poco a poco)  creo que va saliendo algo, pero me da que hasta se ha desafinado el muy canalla antes de aprender a tocar nada. ¡Y así, no se puede!

Cambiando de tema, recordaréis que hace unas crónicas os contaba que el Listerine era la solución definitiva contra el virus por el alcohol que lleva (información que me había llegado por WhatsApp y, por tanto, fiable al 100%). Pues bien, dentro de las cosas hábiles que soy capaz de hacer, está el comprar una botella nueva de Listerine, ¡pero sin alcohol!   
Es lo que tiene dejarse llevar por los colores. Me llevo el azul, que hace juego con las toallas...  Y ahora ¿con qué desinfecto yo la casa? En fin, seguiré con la lejía, que no huele igual de bien, pero creo que es más eficaz (y más barata). Y a ver si me centro un poquito más, que no sé dónde tengo la cabeza… o sí.

Y aquí os dejo una imagen que me envían desde Namibia, donde parece que ahora sin turistas los leones descansan así. La próxima vez que haga posturas de animales en yoga, esa va a ser mi postura del león.


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