martes, 21 de abril de 2020

50m2 - Día 26

Ya es martes y en esta cuarentena me estoy dando cuenta de que los martes no me gustan. Porque ¿para qué sirve un martes? Vale que ahora nos parecen todos los días iguales, pero incluso en una situación “normal”, los martes no sirven para nada. Porque los lunes son los días de descanso en el trabajo después del fin de semana, los miércoles el ecuador de la semana laboral, de los juernes poco hay que añadir y ante los viernes siendo el preludio del fin de semana, no hay nada que objetar. Pero ¿¿¿¿un martes???? En fin, supongo que todo tiene su función, ¿no?

Y dicho esto, comentar también que el suavizante se mantiene bien fuera de la nevera, además ocupa mucho y hay que dejar sitio para las cervecitas, así que no vayáis a seguir mi despiste de ayer.

A continuación una breve reseña informativa, y es que acabo de escuchar en el telediario una noticia que todavía no sé si es buena o mala. Se suspenden los San Fermines este año. Estamos como para más encierros este año, no te jode. Vamos que ahora mismo a ver quién se atreve a hablar de encierro. Eso sí, ya os digo que como se aplacen todas las fiestas, vamos a tener un fin de año que eso va a ser un sindios. Porque San Isidro en Madrid también se ha cancelado, y ¿ahora qué? ¿Alguien sabe hacer rosquillas del santo? Porque una cosa es dejar de comer torrijas y otra es quedarnos sin fiestas gastronómicas hasta quién sabe cuándo. Acepto envíos a domicilio de rosquillas, yo pago los portes, me da igual que sean de las tontas o de las listas, no voy a entablar una conversación con ellas, son para comer. Ahí lo dejo.

Y ahora comentaros que estoy muy contenta porque, si el otro día os contaba que había tenido sueños de confinamiento, hoy mi cabeza parece que va viendo más cerca la salida y ya vuelvo a soñar con situaciones “normales”. Os cuento mi último sueño contable. En él, entraba en un restaurante lleno de gente y, transcribo palabras textuales de mi sueño, esta era la conversación breve, concisa y concreta que tenía con el camarero:
- Hola, ¿hay sitio?
- ¿Quieres que te lo diga?
- Sí, porque si te lo callas no me sirve de nada.
Vaya genio que nos gastamos ¿no? Casi prefiero seguir soñando con coches con piscinas en el maletero.

Y, atención, que hay que añadir una caldera más en el recuento de bajas durante el confitamiento. Y ya van cuatro. Hace tiempo que vengo advirtiendo de esto, pero poco caso se está haciendo y empieza a ser una situación, cuanto menos, preocupante. Y esta vez no ha sido de ningún amigo/a, que podéis pensar que me lo invento, ya os digo que no me invento nada, solo apayaso un poco las cosas, pero todas basadas en hechos reales. El caso es que el damnificado esta vez por la avería de la caldera ha sido el presentador y cómico Berto Romero, lo dijo el sábado en su programa de radio y no he podido dejar de hacerme eco de la situación. Berto, no estás solo, si necesitas apoyo o incluso un técnico que se encienda el cigarro con el soplete o un criador de pajaritos, no dudes en contactar; estamos contigo.

Y termino con algo que me ha desconcertado… Algo que ha dicho mi entrenadora al terminar la sesión; sí, hoy he entrenado con ella de nuevo, ya volveré con Fausto el nachas flojas o Gabriel el descaderado. El caso es que siempre que termina la rutina nos pide que le dejemos en los comentarios algún emoticono para saber que hemos completado la clase. Y hoy no iba a ser diferente: “muy bien, campeona, si has llegado hasta el final pon en los comentarios un unicornio, que están de moda los unicornios”. ¿Cómo? ¿Que están de moda los unicornios? Pero, ¿qué me he perdido en estos días de cuaresma? A la mierda el perro, voy a buscar uno en Amazon y a la calle a pasear a mi mascota de moda.

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