miércoles, 15 de abril de 2020

50m2 - Día 22

¿Habéis empezado ya a contar los días pintando palitos en la pared? Yo estoy a punto porque creo que ya perdí la cuenta, aunque (por ahora) sigo siendo consciente del día en que vivo y... ¡ya es miércoles! Y hoy es otro día  gris de esos en los que no apetece salir de casa... ¿que no, qué?…
Bueno, que es un día de lluvia, desapacible, de esos en los se oye conspirar a las nubes antes de empezar la tormenta, y esta mañana, en el silencio de la ciudad confinada, se escuchaban.

¿Y qué hacía yo esta mañana despierta tan pronto? Pues no sé, que me ha dado por madrugar, y no por obligación ni por aprovechar el día, sino porque me ha entrado hambre. ¡Maldita sea!
Hambre y sueño a la vez. Eso es lo peor, toca elegir entre seguir al calorcito de la cama con las tripas rugiendo o salir y saciar a la bestia. Normalmente elijo vuelta y vuelta en la cama y a mitad de la segunda vuelta ya estoy de nuevo en fase REM, pero hoy no.
Hoy la cabeza no me ha dado sueños extraños (que recuerde) pero se ha despertado a mil.
Me dicen que la cabeza consume mucha glucosa, y puede ser. Me imagino a mi neurona poniéndose las botas ahí arriba, o a lo mejor también le ha dado por hacer zumba, qué sé yo. Algún día le preguntaré.

El caso es que son las 8 de la mañana y con la cabeza a tope de revoluciones, ya tengo media crónica escrita, y ahora ¿qué hago el resto del día? Y sobre todo, ¿qué puedo hacer sin salir de la cama? Estando el móvil a mano y viendo que para el ukelele es temprano y a mi vecino no le iba a hacer ni p… gracia, no hay duda. Así que me pongo a trastear en el ciberespacio y entro a facebook y lo actualizo cada 30 segundos, no vaya a ser que haya alguna publicación nueva y me la esté perdiendo por ver este vídeo de gatitos saltando, pero no, nada interesante, o lo de siempre, y eso me ayuda a volver a dormir. Un ratito más de sueño… Las 11. Creo que ya es buena hora para levantarse.  

Aunque ahora tengo mis dudas de que sea tan buena hora para levantarse. Creo que no está mal madrugar un poco más; y no es que haya prisa por empezar el día, o que mi entrenadora vaya a empezar sin mí (qué va, ella siempre me espera), pero es que soy de entrenamiento matutino y con estas horas de amanecer se me junta el desayuno con las abdominales y me da miedo que algún día se me vayan a salir las tostadas por donde han entrado.
Creo que es mejor técnica la de levantarse pronto, desayunar y volver a la cama a reposar. Volveré a valorar esta opción.

Y hablando del entrenamiento, hoy hemos tenido sesión de “cardio box” con pesas. Y mira que estoy harta de decirle a la profa que no tengo pesas, y ella erre que erre con sus mancuernas de medio kilo, y yo erre que erre también, pegando golpes al aire a pelo; hasta hoy. Hoy me ha dado por hacerle caso utilizando dos botellas de agua a modo de pesas y, he de decir que se nota el esfuerzo extra de medio kilo en cada mano y que, además, he aprendido dos cosas.
La primera. Si tienes las botellas de aguan en la nevera, sácalas un rato antes si no quieres que se te queden las manos congeladas, que he tenido que hacer el entrenamiento con guantes.
Y la segunda, si quieres evitar una ducha sorpresa, no uses botellas de esas de ciclista con “pitorro”. Son traicioneras. No digo más.
Esto cada vez se me va complicando un poco más. Entre el casco de la bici para los castañazos con la lámpara, los guantes, las botellas, y las pantuflas… estoy hecha un cuadro. No sé qué va a ser lo próximo, aunque he visto que tiene algunas sesiones con fitball, a ver con qué me dice que lo puedo reemplazar…

Seguiremos informando.
Vuelven a rugir las nubes.




No hay comentarios:

Publicar un comentario