viernes, 24 de abril de 2020

50m2 - Día 29

Viernes, y otra semana más que ya casi nos hemos ventilado. ¡Esto está hecho! O eso espero, no solo por recuperar la vida más allá de estos 50 m² (aproximados), sino sobre todo porque como sigamos mucho tiempo confitados se me van a acabar las cosas que contaros, y por ahora parece que no se estropean más calderas.  

Y es que ya conocéis mis rutinas: entrenamiento, charlas, ukelele (ejemmm), lectura, escritura y aventuras en el supermercado cuando toca hacer la compra. Pocas novedades más, salvo informaros de que tanto la lámpara como mi cabeza seguimos aguantando, para los que estáis haciendo apuestas de qué va a durar más. Y mi plan de fuga sigue paralizado. No consigo cajas grandes, ni que mi flexibilidad mejore tanto como para enviarme en la pequeña, y con el túnel he tenido que parar al llegar al cuarto de baño del vecino del tercero, que me ha mirado raro (creo que ya me puedo olvidar de pedirle un perro). Os informaré si hay avances, pero a este ritmo me va a salir mejor pagar la multa y dejarme de inventos. ¿Alguien sabe si hay descuento por pronto pago? Voy a investigar.

Lo que sí os puedo seguir contando son mis sueños de confinamiento. Puede parecer que tengo una afrenta personal con el gremio de la hostelería, y nada más lejos, pero en sueños no termino de congeniar con los camareros. Esta noche he soñado que las terrazas de los bares de la Plaza Mayor ya estaban abiertas y, por supuesto, llenas de gente, ante lo cual, mi incredulidad y yo decidimos preguntar a uno de los camareros si eso era real o un sueño. El camarero, muy seguro de sí mismo, me respondió que era real, pero yo que soy de naturaleza desconfiada le insistí e incluso le pedí que me diera una palmadita en la cara para asegurarme que no estaba soñando. Me engañó. No se puede fiar una de nadie.

Pero ya va quedando menos para poder salir y ahora de lo que se habla es de la desescalada. Y a todos nos surgen dudas de cómo será, quiénes podrán salir primero, si la edad para salir el domingo es mental o por fecha de nacimiento… No hay nada claro por ahora, pero yo, además de todas estas, tengo una duda que me reconcome especialmente y es que antes de todo esto me compré unos pantalones de escalada, pero en la etiqueta no dice nada de desescalar, ¿me los pongo del revés?

Y lo que tampoco está nada claro es cómo va a ser la situación este verano. Se habla de seguir manteniendo la distancia de seguridad, de mamparas en chiringuitos y playas… Que ya me imagino yo a la gente en Benidorm a las 5 de la mañana haciendo cola para entrar en la playa con la sombrilla, la nevera y la mampara al hombro. Digno de ver, sin duda.
Yo sigo sin saber si este verano tendré viajes o se cancelará la temporada, pero por ahora lo que me inquieta es haber recibido un correo de “Turismo de la Comunidad de Madrid”. ¿Será una indirecta? Si es así, parece que no vamos a ir muy lejos este año.
Parla, Móstoles… son destinos que hasta ahora no me había planteado, aunque seguro que tienen mucho que ofrecer. Pero bueno, ni tan mal; no hay problemas con el idioma o la comida, no hay que preocuparse por visados ni por perder maletas en los aeropuertos… Todo son ventajas. Además, si nos vamos más al norte, en la sierra en verano se está muy a gusto y hay un montón de pueblos que no conozco y con gente encantadora, así que lo primero que haré en cuanto se pueda será hacer una incursión por la zona. Eso sí, a ver si consigo que me sellen el pasaporte, que a mí lo que me gusta es ir coleccionando estampitas en mi cuaderno de viaje.
Y tendré que hacerme a la fauna local; en lugar de elefantes y leones, este año los safaris serán entre ovejas, burros y sapos corredores, pero con lo urbanitas que somos, seguro que no deja de parecernos toda una aventura.

Y con estos planes a la vista, me despido hasta el lunes; a ver si el fin de semana, que tengo más tiempo, le doy una alegría a mi vecino y me pongo a practicar con el ukelele, que tengo un reto pendiente.
¡Hasta el lunes!


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